Los socialistas gallegos confían en que el voto por correo les permita subir un escaño en Ourense y enterrar el sorpasso que los sitúa como tercera fuerza en Galicia, pero de no ser así, el pulso por el liderazgo estatal y el gallego podría tener como gran beneficiada a En Marea y a su portavoz, Luís Villares, si consigue frenar, ya no reprimir, el ruido interno.

En este momento, el PSdeG es una suma de cábalas y cuentas pendientes de ajustar, pero, sobre todo, un estado de shock por un resultado demoledor que obliga a una nueva reconstrucción, la tercera desde la caída del bipartito. En 2009 Touriño dimitió tras mantener sus 25 escaños. Ahora, 14.

Si En Marea logra cohesionar su grupo y evitar las salidas de tono que a AGE le costaron tres fugas al grupo mixto, el foco se situará sobre el PSdeG con precedentes sobre la problemática gestión de un grupo parlamentario con una nueva dirección.

El cambio de Ferraz en las listas socialistas confeccionó una alineación de once afines a Leiceaga y la gestora: todos los diputados de A Coruña y Lugo y dos de cuatro en Pontevedra y uno de dos en Ourense. Pero si Sánchez cae, la gestora también. El besteirismo solo tendrá opciones en el improbable caso de que el secretario general mantenga el puesto. Ahí se mantendría la sintonía. Pero el escenario que parece más factible es que Sánchez caiga tras sus pésimos resultados. Voces como la de Abel Caballero, el alcalde de Vigo, lamentan no haber convocado un congreso gallego para elegir secretario xeral.

Si Susana Díaz toma el timón de Ferraz, en la Rúa de O Pino se asentará alguien de su cuerda. Y tendrá en contra a la mayoría del grupo parlamentario, como pasó tras 2009 con Pachi Vázquez y luego con Besteiro, cuando fueron relevados los portavoces, aunque Leiceaga aspira al puesto desvinculándose de peleas orgánicas. Además del PP, el gran beneficiado será En Marea.