La mayoría de las fosas del franquismo están silenciadas. Los paseados acabaron en cunetas y tapias de cementerios. Un paradero que aún hoy sus familiares desconocen. En el caso de los guerrilleros abatidos en Paramos, sus cuerpos fueron enterrados en ataúdes. "Estamos ante una fosa ordenada y de la que hay acta de enterramiento", detalla el historiador José Manuel Tuñas. Los cuatro cuerpos fueron enterrados en cajas de madera en el atrio del cementerio de Paramos el 7 de marzo de 1949. En la parte oeste de la fosa, con la cabeza hacia el cierre, el primer cuerpo es del de Manuela Teiga, el segundo el de José María Catelo, el tercero que consta oficialmente es el de Manuel Pena (aunque familiares de Erundino Vieito identifican a éste como el fallecido a consecuencia de la explosión de una bomba de mano) y finalmente, Vicente Peña.