Odón Elorza ha escrito: " Lo sucedido hoy en el Comité Federal (del PSOE) ha consumado el divorcio entre las consideradas élites del partido y una buena parte de la militancia". Si esto es así -y Elorza debe saberlo que está en el ajo- es evidente que aquella consigna de Susana Díaz, los barones y las vacas sagradas de coser el partido, tras la defenestración de Sánchez, ha fracasado ya. En realidad las posibles candidaturas de Susana, con las élites, y de Sánchez, con una parte de las bases, no arreglarían nada, ganase quien ganase. El mandato de Susana, lejos de coser algo, destrozaría el partido, siendo como es de rompe y rasga, y un posible liderato de Sánchez no llegaría ni a enhebrar la aguja. Este traje, según Elorza, ya no hay quien lo cosa y de ahí que aparezca Patxi Vázquez, según parece, para zurcir y remendar lo que se pueda con el objetivo de que él mismo, Susana o quien sea puedan ceñirse el harapo. Y aquí está el fallo estratégico del PSOE, que se limita a remendar para recuperar en lo posible el viejo traje raído, priorizando la búsqueda de quien se lo va a vestir, en lugar de confeccionar uno nuevo, elegante y que siente bien, como sería poner por delante la elaboración de un proyecto y un programa que cualquiera pudiera ponerse ofreciendo una atractiva figura y una fina estampa.

Como ya dije algún día, está el PSOE "entre costuras", desnortado, desconcertado y sin saber a dónde ir. Es muy posible que el divorcio que Odón Elorza detecta no dé ni para una escisión con alguna posibilidad para alguno de los contrayentes y las bases se diluyan, unos en el abandono y otros atracando en puertos amigos, y las élites y el aparato se anquilosen inoperantes al quedarse sin tropa. Es como aquel abad que se quedó en el monasterio con un solo monje lego, hasta que un día el monje, harto de las imposiciones del abad, decidió destituirlo y, simplemente, se fue.

Esta crisis tan profunda del PSOE, sin salida alguna, es una muy mala noticia para las izquierdas porque, de consumarse el drama, serán las izquierdas en su conjunto las que tarden, y mucho, en recuperarse, para solaz y alegría de depredadores de la equidad y de corruptores de la democracia. Mala noticia y mal presagio.