Joan, un asiduo lector de esta sección en la localidad mediterránea de Blanes, se ha puesto en contacto conmigo para orientarme en el asunto de la tarea que, como "basureros" o recogedores de basura marítima, ejercen los arrastreros. Considera que mi defensa de este arte del arrastre no se sostiene -lo digo yo, no lo dice él así de descaradamente- porque "un arrastrero puede ser basurero del mar a 100 o 200 metros de profundidad", pero da a entender el amigo Joan que no lo es "a 50 metros o en 12-15 metros, donde también suelen arrastrar esos basureros que se llevan por delante todas las crías de alevinaje".

Doy por hecho que este amigo lector habrá comprobado que hay quien ejerce el arrastre a esas profundidades: entre los 50 y los 12-15 metros. Y de ser así, entiendo la crítica que subyace en su comentario. Pero le recuerdo que nadie puede pescar al arrastre en tales fondos. Y que si alguien lo hace, bueno sería ejercer el derecho ciudadano de denunciar tal hecho.

Desconozco si en Blanes es habitual que un arrastrero faene a tan poca profundidad. Recuerdo, no obstante, un viaje efectuado hace unos años entre Arenys de Mar, Lloret de Mar y Tossa de Mar -habiendo pasado, evidentemente, por Blanes- y no guardo memoria de haber visto embarcaciones pescando a tan escasa distancia de la costa y, menos todavía, con artes de arrastre propiamente dicho a las profundidades que indica. Pero puede ser que no hablemos del mismo arrastre.

Desde luego, amigo Joan, en Galicia resulta imposible arrastrar a 15 o 50 metros. Podría asegurar que nadie lo hace -al menos legalmente- en fondos de menos de 100 o más metros. Y no es tan solo una cuestión de cumplir con lo que prevé la ley, sino de velar por los propios intereses del armador y la tripulación del arrastrero, porque se juega mucho en cada lance.

El arrastre se practica casi siempre -salvo aquellos que puedan utilizar ilegalmente en el caladero nacional Cantábrico Noroeste el denostado tren de bolos (hoy empleado en exclusiva por algunos arrastreros de bandera portuguesa)- en las zonas de playa, es decir, limpias, sin piedras o rocas en las que el aparejo se pueda enganchar o perder y dar al traste de este modo con aparatos valorados en un mínimo de 90.000 euros que el barco tendría que reponer para poder continuar con su tarea de pesca.

Usted sabe, amigo Joan, que el arrastre que se practica en el Mediterráneo en nada se parece al que por aquí se lame sus propias heridas viendo como barcos con otros artes calificados de selectivos arrojan al mar más pescado del que traen para su venta en lonja debido en buena medida a que cuando acuden al lugar en el que han calado sus aparejos, hay capturas que llevan varios días muertas y no son válidas para ser vendidas a nadie.

¿Esto es pesca selectiva?

En un artículo anterior, decía que todos los artes depredan. Y creo que digo la verdad: ciertamente unos más que otros, pero depredan. De la misma manera reconozco que, de no ser así, la pesca no existiría, como no existirían los pescadores ni muchos de los pueblos que, tanto ahí, en Cataluña, como aquí, en Galicia, existen porque se pesca.

El día que se controlen las potencias de los motores de nuestros pesqueros, otro gallo va a cantar. Porque, a menor potencia de tiro, como usted conoce muy bien, menores posibilidades de sumar metros y más metros a las redes en cualquiera de las modalidades en las que estas intervienen.