Galicia concentra más de 2.600 kilómetros de carretera peligrosos, el 10% de los identificados en toda España. Las vías secundarias, donde se producen nueve de cada diez accidentes mortales, concentran la mayoría de los puntos negros. Y detrás de cada siniestro, la velocidad suele estar detrás. Para tratar de reducir las negras estadísticas de Tráfico -la comunidad gallega cerró el balance del año pasado con 107 fallecidos, rompiendo así la tendencia a la baja de los últimos 12 años-, la DGT pondrá en marcha un proyecto piloto con el que persigue evitar accidentes por colisión y salidas de vía. El plan, que incluye la instalación de bandas rugosas o la limitación de los adelantamientos en carreteras secundarias, será presentado hoy en Andalucía por el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y el director de Tráfico, Gregorio Serrado.

La instalación de bandas sonoras, tanto en los arcenes como en el eje central de la calzada que delimita la separación de carriles, es una medida que evita salidas de vía o colisiones frontales por desplazamiento al carril contrario. Según datos aportados el año pasado por el Ministerio del Interior, esta iniciativa permitirá reducir un 29% los accidentes por choques frontales y podría disminuir el número de fallecidos en carreteras convencionales casi un 70%. Los datos hablan por sí solos. Más de 200 personas fallecen cada año en España por colisiones frontales y más de 350 por salidas de vía.

Entre las medidas diseñadas por Interior para frenar la siniestralidad viaria también destaca la limitación de los adelantamientos en tramos de concentración de accidentes causados por la realización de esta maniobra. La implantación de la doble línea continua se prevé reforzar con líneas más anchas y balizadas siempre que sea posible.

Una de las maniobras más peligrosas en las vías convencionales es el cruce al mismo nivel de vehículos con trayectorias diferentes. Uno de cada cinco accidentes con víctimas se produce en este tipo de intersecciones. Una de las medidas planteadas para atajar este tipo de accidentalidad consiste en la instalación de un sistema de señalización luminosa con la presencia de vehículos en cruces y la ordenación o regulación del tráfico en esos puntos, tal y como avanzaba hace unos meses el Ministerio del Interior.

Galicia es una de las comunidades que está marcada en rojo en los mapas de accidentalidad de la DGT, ya que el año pasado fue la segunda autonomías donde en términos absolutos más aumentó la siniestralidad mortal en carretera. Además es uno de los territorios que concentra más tramos negros vigilados con radares móviles para tratar de reducir la siniestralidad. A la cabeza del ranking nacional se encuentra Castilla y León, donde Tráfico ha identificado como peligrosos casi 6.300 kilómetros de su red viaria. En el conjunto del país, la DGT ha detectado casi 27.000 kilómetros de especial peligrosidad. En verano de 2015, Tráfico puso en marcha un plan de control con radares móviles en el que por primera vez se publicaron en su web (www.dgt.es) los tramos sometidos a vigilancia por las patrullas de la Guardia Civil. El proyecto comenzó con apenas 2.000 kilómetros de la red convencional gallega controlados por cinemómetros móviles. A comienzos del año pasado, ya superaban los 2.100 (un balance que colocaba a Galicia en el quinto puesto de la tabla nacional, por detrás de Castilla y León, Andalucía, Castilla y La Mancha y Aragón). Pero ya en otoño se superaron los 2.600 kilómetros controlados con radares móviles, lo que supone casi dos de cada diez kilómetros de la red secundaria en la comunidad.

En la actualidad son 128 tramos los vigilados: 37 en la provincia de Lugo, 31 en A Coruña y 30 tanto en Pontevedra como en Ourense. En cuanto a kilómetros de especial peligrosidad vigilados por radares móviles, A Coruña está a la cabeza (más de 750 km), seguida de Lugo (665), Ourense (645) y, finalmente, Pontevedra (578).