Dos son los objetivos estratégicos que tiene la Dirección General del Catastro para este año. Por un lado, el aumento "del grado de actualización" con el mantenimiento de regularización catastral para incorporar de oficio "las construcciones de bienes urbanos y rústicos, así como las alteraciones de sus características -rehabilitación, ampliación o reforma-, que no hayan sido debidamente declarados o previamente valorados", según recoge el organismo en su plan de 2017. En paralelo, el Catastro busca un nuevo modelo de valoración porque el actual "no alcanza toda su eficacia potencial" para ser una referencia a "efectos fiscales tributarios". Lo exigen las administraciones públicas, como admite el organismo, que también reconoce que las actualizaciones exprés del Gobierno no son suficientes y se necesita otro sistema "buscando su simplificación y flexibilidad para conseguir conocer cuál es el valor de mercado de los inmuebles".