Por primera vez en Galicia fue decretada la prealerta por sequía en pleno invierno. Desde el pasado mes de enero, la Xunta la mantiene activada y por el momento descarta levantarla ya que la falta de precipitaciones y las altas temperaturas situaron el caudal de los ríos y el nivel de los embalses en mínimos históricos para esta época del año.

Un 15% menos de recursos disponibles en los ríos de la comunidad que hace 20 años y embalses casi 17 puntos por debajo de la media del último lustro. ¿Las consecuencias? Pérdidas millonarias en el campo gallego, mayor probabilidad de incendios y sobreexplotación de las aguas subterráneas o escasez de agua en la capa freática -a unos 15 metros de la superficie-, lo que obliga a perforar los pozos a más profundidad. Una situación que se ha agravado por los episodios de sequía cada vez más frecuentes, el aumento de la demanda, un consumo en ocasiones irresponsable y las deficiencias en la red de suministro. Con el agua que pierde Galicia en un año por fugas o averías en la canalización, se abastecería Andalucía durante todo un mes.

Las primeras señales de alarma saltaron en los noventa. En solo dos décadas, el agua disponible en los ríos gallegos disminuyó un 15% debido al cambio climático. La subida de las temperaturas y una atmósfera más caliente están detrás de la merma de los recursos disponibles, en la que también influye el aumento de la demanda, según recoge el informe de Ecologistas en Acción Consecuencias del cambio climático sobre la disponibilidad de agua en España, tras la firma del Acuerdo de París.

Despilfarro y fugas

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"Se percibió una gran inflexión en los recursos hídricos sostenibles a partir de los años 90, justo cuando detectamos una subida de las temperaturas", relata Santiago Martín Barajas, uno de los autores del estudio, al tiempo de que advierte que a medio plazo la situación puede volverse "insostenible" y acarrear un "auténtico colapso hídrico y medioambiental" en buena parte de España, Galicia incluida.

Menos conciencia

"La situación en Galicia también difiere de unas zonas a otras. Pero en su conjunto y excluyendo el fenómeno de la sequía, es decir teniendo en cuenta el clima y el nivel de precipitaciones de hace dos décadas, el agua que corre por los ríos gallegos ha caído al menos un 15%", explica Martín Barajas. "Con la sequía la situación de déficit hídrico se agrava y en zonas como Galicia, donde es más abundante que en otros territorios, el agua se cuida menos", lamenta.

En comunidades como Andalucía, el lema es, según apunta, "gota de agua, para el cubo". Advierte además de que el norte de España las pérdidas en las redes de abastecimiento son mayores que las registradas en el centro y sur del país. "Esto se debe a que hay menos conciencia porque se considera un bien infinito", cuestiona.

Pero Galicia no es ajena a la "situación de déficit" que desde hace años arrastran en el sureste español. Y es que si hace años los episodios de sequía en la comunidad gallega se repetían con una periodicidad de un decenio (1976, 1989, 1996 y 2006); ese plazo se reduce cada vez más ya que tras la situación de déficit hídrico registrada en 2012, el año pasado volvió a darse y este 2017 arrancó con la prealerta por sequía.

Embalses y pozos

La ocupación de los embalses en Galicia también dibuja un panorama preocupante. En la demarcación Galicia Costa, gestionada por la Consellería de Medio Ambiente, los niveles están casi 17 puntos por debajo de los registrados en mayo del año pasado, un balance similar respecto a la media del último lustro. El mes de mayo arrancó con los embalses a poco más de 75%, frente a casi el 92% que registraban el año pasado.

En los años 90, las empresas de pozos en barrena ya empezaron a notar la falta de agua en la capa freática. Y ya a principios de 2000 comenzaron a aparecer bolsas de agua vacías. Desde entonces, escasez de lluvias y la poca permeabilidad del terreno hanprovocado que se tenga que duplicar e incluso triplicar la profundidad para llegar a un pozo que produzca gran cantidad de agua.

"Lo normal en Galicia a día de hoy es un pozo de una profundidad de entre 60 y 80 metros", detallan desde Sondeos del Norte. Pero hay zonas, como A Zapateira, en A Coruña, donde que se tuvo que llegar a los 300 metros o incluso a los 350 en Baiona.

Detrás de la disminución de la cantidad de agua en las capas superficiales, según apuntan desde Sondeos del Norte, no solo están las escasas lluvias sino también el despilfarro y mal uso del agua así como la concentración cada vez mayor de población en pequeñas extensiones de terreno que llegan a agotar las reservas del subsuelo.

La demanda en plena primavera para dar más profundidad a los pozos porque apenas tienen agua es un claro síntoma del déficit hídrico actual. "Si las peticiones suelen empezar en agosto-septiembre, desde marzo las estamos recibiendo", explican desde Pozos de Barrena Freire, en Ourense, que atribuyen esta merma de agua al cambio climático, pero también a la falta limpieza de los montes y el despilfarro en el consumo.

"El uso en la actualidad no es el de hace años, hoy se quiere un pozo para riego y piscina, entonces hay que ir a más profundidad, ya no basta con que produzcan 2.000 litros por hora, ahora se buscan 5.000", detallan desde Sondeos Río Miño, al tiempo de que advierten de la "falta de conciencia" sobre el consumo racional del agua.