Conducir sin carné, ponerse al volante tras haber consumido alcohol o drogas o circular a velocidades estratosféricas. Son algunas de las infracciones acabar en los juzgados con una condena de prisión. A los que ya ni las multas ni los trabajos en beneficio de la comunidad surten efectos, solo les queda el decomiso del vehículo o para casos más graves, la cárcel. En la actualidad, un centenar de conductores gallegos cumple condena en alguno de los cinco centros penitenciarios de la comunidad por haber delinquido al volante.

La práctica totalidad cumplen condena por conducciones sin permiso tras haberle sido retirado el carné por orden judicial o por hacerlo bajo la influencia del alcohol. Las condenas por muertes imprudentes en la comunidad son puntuales, y están asociadas a un delito contra la seguridad vial normalmente por alcoholemia o conducción temeraria.

¿Cuál es la condena? Suelen enfrentarse a una pena que va de los seis a los nueve meses de prisión, así como la privación del derecho de a conducir por un tiempo superior a dos años y seis meses, lo que implica la pérdida de la vigencia del permiso y la obligación de volver a examinarse. ¿El perfil? Varones. La mayoría de mediana edad pero también hay menores de 35 años. Todos multirreincidentes. Es decir, con tres o más infracciones graves al volante.