"Primero tienes miedo; pero cuando te levantas y ves cómo quedó el lugar por donde paseabas cada día, esa es la segunda parte. Eso es lo peor", relata Carmen Fernández. Ya más serenos, vecinos como José Fernández, de la Mancomunidad de Montes de A Portela en Vilardevós, Manuela, de la parroquia ourensana de Queirugás, en Verín, o José Álvarez hacen balance no solo del daño emocional y ambiental sino de las pérdidas que provocaron las voraces llamas del incendio declarado el jueves pasado en la comarca de Monterrei.

José Luis Pérez perdió dos plantaciones de pino rojo que tenía en la zona de Osoño, una con 1.000 árboles y otra con 200. "Era un futuro más para mi hijo -explica-, porque no pensaba cortar por ahora, pero si lo hiciera ya tendría un valor de unos 50 euros por unidad, haga el cálculo. Solo en una de las plantaciones perdí más de 50.000 euros".

Cuando se declaró el incendio, se encontraba de viaje fuera de la provincia. "Lo seguí a través de los medios de comunicación y con lo que me iba contando la familia; ya no había nada que hacer", se lamenta.

El fin de semana, todavía en algunas zonas seguían saliendo del subsuelo columnas de humo. "Eso ya no arde, está todo quemado, no queda nada por arder", apuntaba. Hace unos años construyó, en un entorno privilegiado de recreo totalmente cercado de árboles frutales y ornamentales en A Regada, al lado del monte muy cerca de Osoño una casa de ensueño. Es la única casa aislada del pueblo.

"Fue la que corrió más peligro, el resto de viviendas están muy alejadas del monte, pero tengo que decir que los primeros en actuar al ver la situación fueron los bomberos de Verín. Unos estuvieron fuera, otros metieron el coche en el interior y eso hizo que quedaran intactas la casa, la piscina y todas las instalaciones de recreo y aunque reconozco que tuvimos momentos difíciles en los que costaba hasta respirar y fue duro ver morir los animales abrasados", relata. "Me doy por satisfecho, lo importante no se perdió y no tenemos ni un rasguño, gracias en parte a la magnífica labor de esos servicios de extinción", comenta.

En la zona alta de Queirugás, vecinos como Pedro o María tienen acento de otras comunidades. Es la zona nueva en la que viven quienes un día se enamoraron al ver su paisaje boscoso y dejaron sus viviendas en comunidades como Madrid: ahora solo ven cenizas.

Hace unos días culpaban del alcance de las llamas a una supuesta demora en los servicios de extinción. Ahora advierten de que hay otro problema más grave: la maleza. "Las administraciones no obligan a todos a limpiar su finca y luego ocurre que aquellos que tenemos aquí una fuente de vida, y todo limpio lo perdemos por los que tienen todo lleno de maleza", lamenta Carmen.

En Queirugás, el núcleo en el que se activó el nivel de alerta 2 por la proximidad del fuego a las casas, también se vio afectado por las llamas un importante proyecto experimental. Se trata de una plantación promovida por la Universidade de Vigo que trataba de estudiar qué tipos de variedades de olivos son los que mejor se adaptan al clima, para promover la plantación para la producción de aceite en Galicia. De hecho la idea, todavía no publicitada, es hacer una planta envasadora de aceite en la comarca.

Manuela García es la propietaria del terreno en el que, por un convenio con la Universidad de Vigo, tiene los olivos y están instalados dispositivos medidores para estudiar en tiempo real las condiciones de aire, viento o humedad en la zona en al menos cuatro variedades de olivos.

Manuela García tiene varias plantaciones, pero esta es experimental". "La evolución del crecimiento nos permitiría saber qué tipo de olivo y aceituna es el más adecuado en Galicia y ya estábamos produciendo algún aceite ecológico para la venta", detalla.

"Esto es un desastre ¿cómo van a ver ahora el desarrollo que experimenta cada variedad? Los olivos que no resultaron quemados quedaron afectados por el calor y el humo y se rompe el ciclo de crecimiento", explica.

Lo que realmente le duele es que "esto se produjo porque llevaba meses advirtiendo al propietario de un terreno colindante de que lo limpiara, porque si había un incendio podría afectar a esta producción que para mí es también un medio de vida", explica. De hecho otras plantaciones que tiene para la venta y no tienen que ver con este proyecto cofinanciado por la universidad, si están en perfecto estado pese a arder los terrenos que la rodean porque los vecinos tenían sus fincas limpias. "Este es uno de los grandes problemas la maleza. Sin ellas este desastre no hubiera ocurrido", indica.