Con las transacciones en las que haya ganancia, los ayuntamientos seguirán aplicando el impuesto de plusvalía como hasta ahora. La base imponible se calcula en función del valor catastral del bien y del tiempo transcurrido en propiedad del inmueble, solar o local comercial que se venda o herede. Para aquellas operaciones en las que haya minusvalías, el contribuyente tendrá que aportar documentación que lo acredite para que la cuota a pagar resulte cero. El cambio normativo, sin embargo, no impedirá que la cantidad a pagar al ayuntamiento sea superior al beneficio. Y es que un contribuyente puede llegar a desembolsar más de 10.000 euros por el impuesto de plusvalía con independencia de que haya ganado 100, 1.000 o 100.000 euros con la venta de un piso o la herencia de un familiar.

El coeficiente que aplican los ayuntamientos gallegos para gravar cada transacción en suelo urbano va del 10% al 30%, el tipo máximo que permite la ley. Burela es el concello con el tipo impositivo más bajo, seguido de Gondomar (15%), Sada, Mondariz-Balenario, Muíños, Nogueira de Ramuín y Quiroga (16%). De los 115 municipios gallegos que cobran la plusvalía -un impuesto de carácter voluntario en su aplicacion-, un total de 54 recogen en sus ordenanzas los tipos más altos, entre un 25 y 30%.

Al gravamen máximo del 30% se enfrentan los contribuyentes de ocho ayuntamientos gallegos: Coristanco, Ponteceso y Oroso, en la provincia de A Coruña; y Vigo, Redondela, Fornelos de Montes, O Rosal y Salvaterra de Miño, en Pontevedra.