En el ecuador del verano, en los días más fuertes de la campaña estival, en España se discute si llegó el momento de reordenar el turismo y poner coto a las plazas disponibles para así frenar también la llegada de visitantes. Al debate contribuye mucho la evidente saturación en algunas zonas -y los problemas ocasionados, sobre todo de vivienda, para los residentes- y las protestas aisladas de grupos radicales bautizados como "turismófobos". Con la recuperación de la economía y la inestabilidad en otras comunidades tradicionalmente receptoras de viajeros, el país vive una fiesta continua en el sector, que año tras año bate récords y supera el 11% del Producto Interior Bruto (PIB) -con una quinta parte del crecimiento de la economía tras la doble recesión- y el 13% del empleo. En Galicia, según el último informe de Exceltur, la agrupación de las principales empresas españolas vinculadas con la actividad, el peso es prácticamente el mismo y confirma "el relevante papel" que está teniendo en la economía autonómica y su recuperación. Solo con los alojados en establecimientos regulados, la comunidad rozó el pasado 2016 los cinco millones de viajeros y acumula un alza del 36% desde 2013. En los cuatro primeros meses de este año, van más de un millón, un 7,7% por encima del mismo periodo del ejercicio anterior. El turismo también se consolida como un motor económico en Galicia. El gasto de los visitantes salta ya la barrera de los 3.000 millones de euros.

Galicia se queda al margen de la polémica por los excesos del sector. Con alrededor del 5,8% de la población nacional y de la superficie, la comunidad se mueve también alrededor de ese porcentaje tanto en viajes (9,7 millones) como en pernoctaciones (39,8 millones) entre los turistas nacionales, mientras que de los visitantes internacionales que llegan a España captan solo el 1,4% (un millón), según el balance de 2016 publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Por cada habitante en España se contabilizaron 2,1 visitantes en establecimientos hoteleros en algún momento del pasado año. La proporción se dispara hasta los 8,5 en el caso de Baleares y 4,3 en el archipiélago canario. En Galicia fueron 1,6, el séptimo menor dato del conjunto de las comunidades.

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Pero también es cierto que el desembarco de los visitantes no se reparte por igual en toda la geografía gallega. Sin contar con aquellos que recurren a alojamientos propios o de familiares, el 65% de la demanda turística se concentra en cuatro destinos de Galicia. La Ría de Arousa, ubicación de grandes referentes del sector en la comunidad como Sanxenxo y O Grove, lidera el número de noches de los viajeros con el 19,5% del total, como recogen los indicadores del Instituto Galego de Estatística (IGE). A continuación está Santiago y los alrededores, que reunieron el año pasado el 18,9%; el 14,4% se queda en la Ría de Vigo y Baixo Miño; y el 12,2% en A Coruña y los concellos englobados en As Mariñas.

El área de Pontevedra y el centro de Lugo -incluida la capital- rondan el 5,6%. En el entorno de Celanova, A Limia, Verín y Viana está el menor volumen de pernoctaciones, el 0,6% cada uno.

En función de la población, las localidades de la ría arousana aparecen otra vez con los indicadores de presión turística más elevados. Si la media en la autonomía es de 1,01 nuevos potenciales vecinos por cada 100 residentes habituales, allí se llega a los 2,8. En Santiago son 1,9; más del 1,4 en la Mariña Lucense y Ribeira Sacra; y únicamente el 0,39 en Deza-Tabeirós, a la cola en pernoctaciones en comparación con su censo.

Hay un medidor más para ilustrar la distribución del turismo en Galicia y comprobar el desequilibrio en el reparto. El del número de pernoctaciones frente a la superficie. La media gallega es de 340 estancias por cada kilómetro cuadrado. En la Ría de Arousa asciende a 3.114. Los siguientes puntos en el ranking son A Coruña, con 1.305; Vigo y sus alrededores, con 898; y Santiago, con 626.

Junto con el incremento de los visitantes, las otras dos premisas que la Xunta marca para su estrategia de apoyo al sector son la desestacionalización y el incremento de la estancia media de los visitantes, una de la más baja del Estado. Además de aprovechar mejor así los abundantes recursos disponibles y ampliar la oferta, la Administración autonómica quiere que gasten más.

Durante los últimos seis años, sin embargo, los visitantes tienden cada vez más a apostar por los dos meses más fuertes del verano. Julio y agosto reunieron el 39% de las estancias en Galicia en 2016. En 2011 englobaron el 37%. En la Ría de Muros e Noia se llega al 61%, al 50% en la de Arousa y al 51% en la Mariña Lucense, tres destinos claramente condicionados por la playa.

¿Y el paso de los turistas?¿Cuánto tiempo están aquí? Pues 2,04 días, según el informe de la Axencia Galega de Turismo. En 2016 se rompió con siete ejercicios consecutivos de caídas ininterrumpidas en la estancia media de los visistantes en Galicia, pero habrá que esperar a ver cómo evoluciona porque la subida con respecto a 2015 es muy ligera. Entonces eran dos días. En 2011 alcanzaba los 2,26.

Si nos quedamos únicamente con el turismo doméstico -los viajes de los propios gallegos dentro de la comunidad y de los que proceden de otros territorios de España-, la estancia media mejora ligeramente en Galicia, hasta los los 4,09 días, e incluso se pone por arriba de la cifra del país, unos 3,87.

De ellos, de los visitantes nacionales, viene la parte más gorda de los ingesos turísticos en Galicia. Casi 1.650 millones de euros el pasado año, según el INE, después de un ascenso respecto a 2015 del 5,1%. El total nacional, más de 28.100 millones, creció un 8,2%. Cada uno desembolsó 169,6 euros -227,5 euros en la media estatal-, a razón de 41,4 euros al día, unos diez euros menos que en el conjunto de las comunidades.

Los gallegos que se trasladan dentro de la propia región son mayoría en los viajes contabilizados hacia Galicia (67%), que los que tienen origen en otra comunidad. Los primeros no llegan a tres días de duración media, mientras que los foráneos escalan hasta los 6,8. Por eso el gasto de unos y otros es diferente. Los turistas gallegos desembolsaron en 2015 cerca de 541 millones, 82,13 euros por persona. Los visistantes del resto del país alcanzaron los 345 euros, hasta un total de 1.106 millones de euros.

El techo del desembolso está en los viajeros internacionales. Entre ellos son 981 euros, hasta los 866 millones, según las cifras recopiladas por el IGE. Galicia es una de las autonomías en las que los visitantes de otros países aflojan más el bolsillo, dados también los mayores trayectos que en muchos casos tienen que realizar: 982 euros. El mayor gasto se da en Canarias (1.137 euros) y el menor en Extremadura (452).

La tercera partida más relevante en el cómputo del gasto turístico son las excursiones. Por encima de los 16 millones, con unos ingresos totales de 574 millones de euros.