Los jóvenes ya no asumen tantos riesgo al volante como hace años. "Antes iban cuatro en un coche, y el que más había bebido resultaba ser el conductor y con tasas que hoy serían delito", recuerda el agente Plácido Caneiro. Pero todavía hay jóvenes que mantienen una actitud peligrosa al volante, "lo que unido a una mayor necesidad de autoafirmación hace que sean más competitivos y se enfrenten más con las normas de tráfico", según apunta el teniente Dopico. "Piensan que los demás no conducen bien, pero ellos sí. Y eso, les lleva a pensar -advierte- que es difícil que ellos se vean involucrados en un siniestro". La falta de experiencia, por razón de edad, no les permite discriminar situaciones de peligro y valorar mejor los riesgos. Además, confían mucho en su capacidad de controlar el vehículo en cualquier situación, por lo que se arriesgan más que los adultos y no tienen tanto sentido de anticipación. "Si se asumen más riesgos, hay más posibilidades de fallo", sentencia Dopico.

Las patrullas de Tráfico no dan crédito a las maniobras de algunos jóvenes interceptados tras una noche de fiesta. Aunque en los últimos años ha aumentado la figura del conductor alternativo y el uso del transporte público para regresar a casa, aún hay conductores que se ponen al volante tras haber consumido alcohol o drogas. Y tal es el estado en el que algunos lo hacen que les lleva a situaciones surrealistas. Desde ponerse a comer hierba en un prado hasta cruzar a nado el río para tratar de bajar la tasa de alcohol, según recuerda el agente Plácido Caneiro. Ambos dieron positivo en el primer control. Y a la espera de hacer la segunda prueba, uno se puso a comer hierba y otro se echó al río. "Pensaban que así les bajaba la tasa, y nada más lejos de la realidad", relata Caneiro.