"El cambio climático está aquí y ha venido para quedarse". Con esa advertencia, la directora xeral de Calidade Ambiental, Cruz Ferreira, explicó ayer que provocará cambios en la forma de llover, con precipitaciones menos frecuentes a lo largo de año pero "mucho más intensas". El último episodio de este tipo ha sido el fenómeno Dana Danao gota fría, que a finales de agosto dejó más de 150 litros por metro cuadrado en menos de 24 horas en algunas zonas y más de 12.000 rayos en tres jornadas. La representante de la Consellería de Medio Ambiente alertó de que los chubascos se acumularán "de forma más brusca y más distanciada en el tiempo", lo que acarreará consecuencias para sectores como la agricultura, la ganadería y la pesca. El campo gallego ya empezó a notar este año los efectos de la sequía y de esos cambios bruscos de un tiempo seco y soleado a fuertes tormentas.

Las heladas que se registraron a finales de abril en Ourense echaron a perder 16 millones de kilos de uva de cuatro de las cinco denominaciones de origen gallegas -todas menos la de las Rías Baixas- y dejaron 72 millones de euros de pérdidas. Una semana más tarde otra helada arruinaba más del 70% de la producción de castaña de concellos del sur de Ourense como Viana do Bolo, el municipio con más producto certificado por la Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Castaña de Galicia. "Si hay algún escéptico, con estos casos se están aclarando las dudas", señaló Ferreira.

El calentamiento global no es algo nuevo y la asociación ecologista Amigos da Terra ya alertaba hace tres años de la necesidad de que el agro gallego se preparase para este escenario con nuevas variedades de cultivos más resistentes a las elevadas temperaturas y a la escasez de agua pero también a las precipitaciones torrenciales y las heladas. La organización apuntaba además la necesidad de adelantar tanto la plantación como la recolecta. Así ocurrió ya este año con la vendimia, que se inició 20 días antes debido al avanzado estado de maduración del viñedo.

Además del campo, la pesca es otro de los ámbitos vulnerables a los fenómenos climatológicos extremos. Por eso, la Xunta destinará tres millones a evaluar los riesgos del cambio climático en la costa gallega y sus consecuencias en el sector pesquero y la acuicultura, tal y como avanzó el lunes este diario.

Como consecuencia también de esta situación, Galicia lleva desde enero en prealerta por sequía debido al déficit de lluvias acumulado desde la primavera pasada. La previsión para otoño apunta una estación "incierta" e "inestable" pero con temperaturas y precipitaciones dentro de la "normalidad" y la probabilidad de "abundantes" borrascas. Desde MeteoGalicia, Juan Taboada apunta que la temperatura media podría rondar los 14,5 grados, un valor habitual en otoño, y la cantidad de agua acumulada en ese trimestre alcanzaría los 417 litros por metro cuadrado, tambien "lo normal" en esta época.

El meteorólogo considera que aunque no llueva por debajo de la media en otoño, "no se compensaría" las escasez de lluvias que se padece desde hace más de año y medio. Sobre este tema, la directora xeral de Calidade Ambiental recordó que será la Oficina Técnica da Seca -integrada por Augas de Galicia, la Consellería de Medio Rural, la Axencia Galega de Emerxencias y MeteoGalicia- la que en su reunión de finales de mes decida si mantiene la prealerta por sequía en octubre o eleva el nivel a alerta, una situación que obligaría a restringir los usos no prioritarios. En su última reunión celebrada hace dos semanas, el organismo avanzó que para evitar que se decrete la primera alerta desde su creación en 2008, tendría que llover en septiembre 70 litros por metro cuadrado, el valor medio para este mes.

Al igual que el resto de la comunidad, las demarcaciones hidrográficas Galicia-Costa y Miño-Sil están en prealerta por sequía y, por eso, la Xunta realiza controles periódicos para medir su caudal.

La reserva hidráulica de los embalses gallegos continúa su caída y se sitúa al 53% de su capacidad, dos puntos por debajo del 55,45% de la semana pasada. Según los datos publicados ayer por el Ministerio de Agricultura, en la cuenca de Miño-Sil hay 1.516 hectómetros cúbicos, la cuarta parte de los casi 2.000 registrados el año pasado a esta alturas. Los embalses de la demarcación Galicia-Costa tienen, por su parte, 383 hectómetros cúbicos de agua, un 12% menos que en la misma semana de 2016.