Es el "año más seco" del que hay datos, aseguró ayer l presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, Francisco Marín. El año hidrológico terminó el 30 de septiembre y el balance no es nada bueno para encarar el próximo, de ahí que se decretara el nivel de alerta por sequía.

La cuenca del Miño y el Sil recibió este año un 40% menos que la media normal de lluvias, lo que se nota especialmente en los ríos. Si lo habitual es registrar 1.100 mililitros por metro cuadrado de media, este año se redujo hasta 600.

Los embalses, como comenzaron el pasado año con buenas reservas, no están tan afectados. Aún así, la cantidad de agua embalsada está al 44,5% de la capacidad total, 13 puntos menos por debajo de la media histórica, y 16,5 inferior al balance de cierre de año hídrico de 2016.

En el caso de los embalses de la cuenca Galicia-Costa, que gestiona la Xunta, el porcentaje de ocupación es del 56%. El pasado año se encontraban al 64%.

La situación de los ríos, sin embargo, es más preocupante. Los más afectados son los que no están regulados por embalses, indicó Marín.

El río Limia está un 60% por debajo de los indicadores normales, algo similar a la situación del río Miño a su paso por Lugo, que lleva un 59% menos de agua. El peor de los casos mencionados por Marín es el del río Lor, que presenta una reducción más acusada, del 69%. Sin embargo, los ríos de otras zonas mantienen mejor su caudal. El río Louro, en Tui, solo presenta un 10% menos y en los ríos de la Terra Cha la situación es "ligeramente mejor", con disminuciones de entre 40 y 50 centímetros.

El director de Aguas de Galicia, Roberto Rodríguez, explicó que en las seis cuencas con alerta -de un total de 19- el déficit de caudal es de un 50% por debajo de lo habitual.