La virulencia del fuego se cebó con Pazos de Borbén (Pontevedra). Seis de las siete parroquias del municipio, con una superficie de 52 kilómetros cuadrados, resultaron afectadas. El alcalde, Andrés Iglesias, cifró ayer en "tres cuartas partes" el terreno pasto de las llamas. El tipo de vegetación de los montes de la zona, sobre todo eucalipto y pino, ayudó a su propagación. "Se veían hojas incandescentes por el aire", apuntó el regidor. A simple vista se aprecia cómo las especies autóctonas soportaron mejor el fuego.

Iglesias explica que el incendio que arrasó este concello tuvo más de un origen. Así, en la noche del sábado al domingo se detectó un primer foco en Nespereira, que se propagó hacia las parroquias de Cepeda y Amoedo por el este, y a la redondelana de Reboreda, por el oeste. El domingo penetró por otro extremo el incendio de Padróns, en Ponteareas. "En diez horas se formó una lengua de fuego de veinte kilómetros que llegó a Soutomaior", apuntó el regidor.

Ante el riesgo para vecinos y propiedades, se avisó casa por casa de la cercanía del fuego. "Pero no hubo que evacuar a nadie, solo se les dijo que salieran de las viviendas por precaución", explicó. Los afectados eran los primeros interesados en utilizar los medios a su alcance para refrescar el entorno.

Pese a ello hubo cuantiosos daños materiales. En Cepeda ardieron dos naves industriales. También un invernadero, algunos cobertizos y fincas. El alcalde de Pazos prefería no hacer balance cuando "todavía hay focos activos", ayer a mediodía. "Quedan brasas y puede haber más conatos", indicó. En las localidades de Amoedo, Xunqueiras o Moscoso, el humo emergía de la tierra. A su juicio, habrían ardido al menos 2.500 hectáreas del municipio. Unos 250 alumnos del colegio público Curros Enríquez no tuvieron clase ayer. Como para los vecinos, dos noches seguidas frente al fuego exigían descanso.

A Fornelos de Montes las llamas llegaron aparentemente más tarde, pero se reprodujeron en diferentes puntos. El alcalde, Emiliano Lage, declaró que "un tercio del municipio está afectado, todo el sur", en las parroquias de Oitavén, Ventín y Traspielas. A lo largo de la jornada de ayer la intensa humareda dificultaba la visibilidad incluso en el casco urbano de Fornelos.

Unos 70 vecinos de San Mauro tuvieron que ser desalojados y trasladados al multiusos, en donde pasaron la noche. "Pero pudimos salvar las casas", subraya Lage, que agradece la ayuda que le prestó el vecino municipio de A Lama, que les envió un camión motobomba. Además de todos los medios propios del Concello, hubo que contar con el apoyo de la UME y un retén de la Xunta. Ayer seguían activos incendios en Pardelongas, donde se temió que alcanzaran viviendas, y por la tarde se registró otro en Calvos. El regidor esperaba impaciente que la lluvia aplacase el fuego. En Redondela, las parroquias de Ventosela y Reboreda resultaron afectadas por el gran incendio. El alcalde Javier Bas señaló que si bien se ordenaron desalojos por precaución, "salvo en un caso, los vecinos salieron voluntariamente".

La Unidad Militar de Emergencias (UME) envió a Galicia a 700 hombres de refuerzo, 120 vehículos y diez medios aéreos, cuatro de ellos helicópteros. La noche fue larga también en Soutomaior. El alcalde Agustín Reguera detalló que el fuego entró el domingo por la parroquia de Moreira "a las 6 ó 7 de la mañana" y los vecinos tuvieron que combatirlo "con los medios a su alcance, "mangueras y cubos", hasta la llegada de la UME. Por la tarde el fuego se propagó hasta Aranza, Cortellas y Lourido. "Ardieron viñas, fincas y monte", indicó Reguera.

La pesadilla en Pazos de Borbén comenzó sobre las doce de la noche del sábado. Fue en la zona de O Valado, en la parroquia de Nespereira. Cuando los vecinos alertaron del incendio forestal, el fuerte viento ya había extendido las llamas a los lugares próximos de Alvite y Zoce. De ahí saltaron a Cepeda y Amoedo, mientras por el otro extremo del municipio llegaba una lengua de fuego desde Padróns, en Ponteareas. "Fue horroroso, como si lanzaran una bomba", resumía una residente en Nespereira. Junto a ella, vecinas de la zona recordaban todavía con el susto en el cuerpo la impotencia ante el fuego. "Aún pensé que prendía el fuego en nosotros", comentaba otra afectada.