El fin de semana se produjeron las condiciones perfectas para que se desatase una ola de incendios en Galicia: sequía, altas temperaturas y viento fuerte. También influyeron la actual política forestal y la limpieza de los montes. Pero ¿hasta qué punto cada variable? Tres expertos analizan su impacto en la propagación de los fuegos.

Sequía. La comunidad encadena ya cinco estaciones con déficit hídrico. Galicia ha estado en prealerta por sequía desde enero hasta principios de octubre, y desde esa fecha, en alerta en la mitad del territorio. "En Galicia hay una actividad incendiaria permanente. Que consiga alcanzar la categoría de una ola de incendios depende solo, o casi solo, de las condiciones meteorológicas", resume Serafín González, presidente de la Sociedad Galega de Historia Natural.

Si estas son normales, los servicios de extinción son capaces de apagarlos, asegura. "Si las condiciones son las de una gran sequía, como la que estamos arrastrando, temperaturas anormalmente altas para el mes de octubre y fuerte viento se dan las condiciones perfectas", reconoce.

La sequía tan prolongada también favorece que la reserva de agua del suelo sea mínima en amplias zonas, "llegando al estrés hídrico extremo, lo que afecta a la supervivencia de diversas especies vegetales", explica Avelino Núñez, profesor de Edafología en la Universidade de Santiago, quien apunta que "en muchos casos, las plantas muertas y secas constituyen combustibles potenciales de fácil ignición, lo que facilita enormemente la propagación de los incendios".

Climatología. El pasado fin de semana muchas zonas de la comunidad superaron los 30 grados. Además había fuertes rachas de viento procedentes del huracán Ophelia. "Si no se hubiesen producido esas condiciones los incendiarios se hubiesen quedado en casa", afirma Alejandro Álvarez, presidente de la Asociación pola Conservación do Ecosistema Forestal Galego. "Seguro que los incendiarios dijeron, 'uy ya vienen las lluvias, son los últimos días de calor, vienen los vientos fuertes del Ophelia y hay que aprovechar", describe.

Para Avelino Núñez, las condiciones meteorológicas "facilitaron el desarrollo y propagación de los incendios, como siempre que se dan las circunstancias de elevadas temperaturas mantenidas durante una semana o más, baja humedad del aire y vientos fuertes".

Política forestal. ¿Las grandes plantaciones de eucaliptos facilitaron la propagación de incendios y dificultaron la extinción? "Sin duda", responde tajante Serafín González, quien admite que "si existiesen unas masas arboladas más variadas sin duda la situación hubiese sido diferente".

Avelino Núñez también coincide en que los eucaliptos presentes en Galicia son especies catalogadas como favorecedoras de la propagación de incendios. Sin embargo, el profesor de Edafología también aclara que los especialistas consideran que una adecuada gestión de su ubicación, densidad y manejo podría hacer compatible su explotación sin acarrear problemas. "Por tanto, es una cuestión de índole política programar y legislar cómo actuar de forma correcta", asegura.

Para el profesor, la política forestal "no es suficientemente eficaz" para evitar los incendios y por eso considera que es necesario realizar "revisiones para limar al máximo los resquicios que puedan facilitar que cualquier sujeto vea cualquier tipo de estímulos para incendiar intencionadamente".

Alejandro Álvarez es contrario a demonizar al eucalipto como agravante de los incendios. "Todo el mundo dice que es por culpa del eucalipto. Yo siento ser el defensor del diablo pero el eucalipto no es el culpable del incendio. El monte arde porque alguien le prende fuego. ¿Si alguien prende fuego y hay gasolina va a prender mejor que si no la hay? Pues claro. No hacemos un favor exculpando al que prende fuego intentando buscar otras causas", se queja.

"Hacer la asociación de que este árbol prende bien con que es malo es un error porque resulta que la superficie forestal más afectada por incendios en Galicia es tradicionalmente el matorral autóctono: brezales, toxos, xestas? porque arden muy bien, igual que el eucalipto", argumenta.

El presidente de la Asociación pola Conservación do Ecosistema Forestal Galego reconoce que si se asocia "lo que arde bien con lo que hay que quitar, o cambiar la política forestal para que no tenga representatividad, habría que arrasar con todos los matorrales de Galicia porque como arden muy bien hay que acabar con ellos".

Limpieza de los montes. Tanto Alejandro Álvarez como Serafín González coinciden en que es errónea la percepción de que el monte gallego está sucio. "Hay muchos que están sucios porque hay basura", afirman. "La limpieza no tiene que ver con que los fuegos sean más intensos. Si hay biomasa claro que va a arder, pero la otra opción es que no haya biomasa. Ahí no hay discusión", razona el primero.

El segundo afirma que desbrozar los alrededores de las carreras o de los pueblos es "imposible". "Simplemente hacer lo que plantea la ley de incendios de Galicia supondría que cada año habría que desbrozar el 5% de la superficie de Galicia. No es viable. Es imposible abordarlo ni económicamente ni logísticamente", explica. De la misma opinión es Alejandro Álvarez. "No tenemos capacidad para hacerlo. En las laderas de las sierras no hay prevención posible. No nos podemos poner a desbrozar todos los montes a nivel general", sentencia.

El presidente de la Sociedad Galega de Historia Natural cree que la solución es "actuar en la raíz del problema", que es que se prende mucho los bosques. "Hay que actuar sobre esas causas humanas, sociales y económicas que hay detrás de los incendios", apunta.

"El problema es que hay demasiados incendios. Entonces habrá que intervenir con una campaña de divulgación a la ciudadanía para que vea cuáles son los efectos de los incendios e invertir en prevención y en mejorar las condiciones de vida de la población del rural para que no lo abandonen", enumera.

"Desde hace 28 años no hacemos más que gastar grandes cantidades de dinero en extinguir los incendios, pues si llevamos 28 años gastando cada vez más y no resolvemos el problema, quizá lo que hay que plantearse es que no lo estamos gastando bien", sentencia.