Retirar y cortar lo antes posible la madera de los árboles quemados en la ola de incendios de la semana pasada es un factor clave para evitar un desplome de precios que castigue a unos productores que, en cualquier caso, afrontan consecuencias muy negativas para su actividad. Y es que las tierras arrasadas tardarán años en volver a ofrecer rendimiento económico.

Los empresarios del sector maderero se ponen a disposición de la Xunta y se comprometen a un "esfuerzo" para dar salida a esa materia prima y, de ese modo, que su valor no caiga "en picado". Pero para ello es esencial que la madera llegue cuanto antes a las empresas, porque su calidad se deteriora a medida que transcurre el tiempo.

"La industria echará una mano, pero no comprando serrín", advierte el presidente de la Confederación Gallega de Empresarios de la Madera (Confemadera), Elier Ojea. A falta de cuantificar la madera en producción calcinada, apunta que si la industria no es capaz de absorber todo habrá que explorar la posibilidad de exportar. Las que ya no son salvables económicamente son las plantaciones que estaban en crecimiento, muchas, por ejemplo, en la zona de Verín (Ourense), que ya ardió en años anteriores.

Ojea apunta que ahora le corresponde a la Administración fijar los plazos para la retirada de lo calcinado, en función de si los suelos están aptos para introducir maquinaria, entre otras cuestiones. Además de empeorar la calidad de la materia prima, el paso del tiempo también provoca el riesgo de que la madera se pudra y aparezcan plagas.

Sobre la cuestión de fondo de los incendios, el presidente de la patronal maderera sostiene que mientras no se solvente el minifundismo, no habrá forma de hacer una gestión forestal adecuada que dé valor al monte, lo mantenga limpio y, en consecuencia, se reduzca el impacto del fuego.

En Galicia hay 650.000 propietarios, con una media de entre dos o tres hectáreas per cápita. Cerca del 65% de los montes son privados, el 33% están en mano común y menos del 3% son públicos.

A partir del primer paso de contar con extensiones más grandes, el presidente de la Confederación Gallega de Empresarios de la Madera considera que es posible afrontar una mejor ordenación de los bosques. Por ejemplo, reduciendo la presencia de eucaliptos y pinos, que dan una madera de calidad media-baja apta solo para la industria celulosa y de los tableros, en favor de caducifolias que ofrezcan un mayor valor añadido. Su empresa, ilustra, se ve obligada a importar roble de Francia. En este sentido, aboga por combinar las plantaciones de ciclo corto, que ofrecen una rentabilidad más rápida, con las de ciclo largo, como las citadas frondosas. Para compensar este tipo de apuestas de futuro, sugiere a la Administración medidas como incentivos fiscales.