Sé que puede ser entendido como un contrasentido, cuando no una verdadera tontería, un título como el que encabeza esta crónica; pero es que el futuro de la pesquería de la sardina ha de comenzar a escribirse en el presente. De no ser así, el pasado no habrá servido de nada a las actuales generaciones de pescadores.

El secretario general de la patronal del sector pesquero español (Cepesca), Javier Garat, ha comenzado a hablar de ese futuro en el presente. Y ha ido -me alegro de ello- por la misma vía utilizada desde siempre por este cronista para concluir que el problema de la sardina ibérica tiene solución bien sencilla: elevar mínimamente el TAC a las 14.000 toneladas y aplicar una parada biólogica -por tanto subvencionada- para que los pescadores puedan faenar y los consumidores degustar nuestra humilde pero inigualable sardina.

Javier Garat considera que ese mínimo incremento del TAC permitirá el necesario incremento de la biomasa sin que el pescador y el mercado se resientan.

Creo que pocas veces la patronal ha hablado tan claro a favor de una pesquería que la Comisión Europea, gracias a que el Gobierno español se pone también en este caso de perfil, se ha empeñado -no sé por qué- en destrozar sistemáticamente coincidiendo, mire usted, con el acceso de España y Portugal a la UE hace 31 años.

Hay sardina. Y si ésta no se encuentra en los caladeros tradicionales no es, ni mucho menos, porque no exista. El reclutamiento y alevinaje de la especie fueron localizados por los barcos que faenan en los caladeros tradicionales y en su desplazamiento hacia el norte. Los ejemplares maduros, aquellos que de no ser capturados mueren de puro viejos, servirán de carnada para otras especies pero no vendrán a parar a las lonjas gallegas, por ejemplo. Me temo, por lo que muchos marineros me han dicho, que el calentamiento de las aguas por el cambio climático también juega a favor de las tesis comunitarias para acabar cuanto antes con flotas de cerco como las que habitualmente faenan en las costas de Galicia y las otras cuatro comunidades del Cantábrico y Andalucía que mejor provecho extraían del paso de las sardinas por las aguas costeras.

¿Escuchará la Comisión Europea el planteamiento de quien, ahora mismo, encarna el futuro del sector pesquero europeo en distintos frentes?