La flota atunera del océano Índico retoma la actividad tras dos meses obligada a permanecer amarrada a puerto y alentada por la subida del precio del atún, que avanza un empujón en sus cuentas de resultados. Los buques también vuelven a la zona tras el rebrote de la amenaza pirata que, después de varios años de calma tensa, regresa al primer plano tras el aumento de ataques en los últimos meses.

"Ahora mismo hay unos nueve buques españoles que ya volvieron a trabajar en el océano Índico", explica el gerente de la Asociación Nacional de Armadores de Buques Atuneros Congeladores (Anabac), Juan Pablo Rodríguez-Sahagún. Un tercio de los 25 barcos españoles (de los cuales catorce operan bajo pabellón nacional y el resto con bandera de terceros países) se encuentra ya desplegado en la zona.

Los buques estrenan el nuevo sistema de reparto de atún de aleta amarilla ( yellowfin) en el Índico, que pretende evitar situaciones como la vivida el año pasado. La flota atunera española (con destacada representación gallega en su tripulación) se vio obligada a permanecer amarrada a puerto desde el 5 de noviembre hasta finales de año tras recibir la notificación de la Secretaría General de Pesca de que había consumido toda la cuota que tenía asignada para 2017.

Entre las novedades que entraron en vigor el pasado 1 de enero, las más destacables son la reducción del 17% en las capturas medias de los buques de cada uno de los segmentos de arqueo y la limitación en el número de barcos auxiliares para la flota española, de las once unidades del año pasado a las ocho que se establecen como máximo para este 2018.

Amenaza pirata

Una de estas embarcaciones auxiliares de los atuneros fue el objetivo escogido por los piratas recientemente. Según detalla el diario Deia, el buque Gibele de la firma vizcaína Atunsa fue atacado por un grupo de piratas a bordo de su barco nodriza y dos esquifes, que protagonizaron una persecución de casi dos horas, pero la embarcación logró zafarse. "La amenaza de la piratería está siempre presente, pero en los últimos meses estamos detectando un cierto repunte", explica el gerente de la Organización de Productores Asociados de Grandes Atuneros Congeladores (Opagac), Julio Morón. El ataque al Gibele se produjo apenas un mes después de que el atunero vasco Galerna III, del grupo Albacora, sufriese un intento de abordaje a golpe de lanzacohetes que logró frustrar.

La incertidumbre se adueña de un sector que desconoce los motivos que se encuentran detrás de esta escalada de tensión. "Tal vez se deba al conflicto que atraviesa Yemen, pero no sabemos exactamente las causas de este rebrote", indican representantes de los atuneros. La flota descarta adoptar medidas adicionales pese a la reciente oleada de ataques frustrados. "Ya casi no se pueden tomar más medidas de las que ya pusimos en marcha", recalca Rodríguez-Sahagún, que añade que, en todo caso, es necesario mantener la guardia y "que no se relajen las medidas".