En el concello ourensano de A Teixeira es raro escuchar la risa de un niño. Lo más normal es cruzarse con un jubilado. La mayoría de los habitantes de este municipio de apenas 400 vecinos supera los 68 años, la media más alta de Galicia. Desde 2007, solo nacieron allí 9 personas; un reflejo de la crisis demográfica que A Teixeira y Dozón (Pontevedra) lideran en Galicia, tras ver su padrón reducido un 34,5% y un 38,7%, respectivamente, en los últimos diez años.

Ambos forman parte de la lista de 260 concellos que han perdido población respecto a 2007. O lo que es lo mismo, ocho de cada diez ayuntamientos gallegos tienen menos vecinos que hace una década. El 17% restante logró aumentar el número de empadronados, pero la mayoría de ellos solo unas décimas.

Galicia encadena siete años consecutivos perdiendo vecinos, pero el interior se vacía desde hace décadas. En 1986, había 125.000 gallegos más que ahora, casi tantos como habitantes tienen ahora juntos Ferrol, Oleiros y Culleredo. El ritmo se acelera desde 2007, con la marcha de 64.194 personas entre movimientos migratorios y defunciones.

Los ayuntamientos que más han sufrido este constante goteo son Dozón, A Teixeira, Chandrexa de Queixa, Avión, San Xoán de Río y Arbo, todos con un declive en su padrón superior al 30% y ubicados en la provincia de Ourense y las zonas centrales de Pontevedra.

Un "oasis en Ames"

En términos absolutos, el punto negro de la comunidad se encuentra en Ferrol, que en 1986 contaba con 86.154 habitantes. Veinte años después eran 75.181 y hoy, menos de 68.000. Una sangría que evidencia la dependencia de la economía local en la salud de sus astilleros, cuya crisis en la pasada década elevó el paro en la ciudad departamental por encima del 25%. Le sigue Vigo tras la pérdida de 1.786 vecinos, pero que, con una población de casi 293.000 habitantes, el descenso es solo de un 0,6%. Lo mismo sucede en A Coruña, con 289 personas menos y un descenso del 0,1%.

"Es lógico que otros municipios copien nuestro modelo", asegura José Miñones (PSdeG), alcalde de un concello que ha triplicado su número de habitantes en los últimos treinta años. Ames (A Coruña) supera ya los 30.000 vecinos, un éxito que bebe de su cercanía a la capital gallega pero que también se ha basado "en un cambio de criterio a la política del ladrillo", explica el regidor. "Antes, todo era levantar edificios, crecíamos por la construcción", recuerda.

El Concello de Ames fomenta los servicios de conciliación para la población más joven de Galicia, con una media de edad cercana a los 39 años, que "se potenció con el inicio de la crisis inmobiliaria".

Los esfuerzos desde el consistorio se centran desde hace años en la creación de escuelas deportivas, comedores en los colegios y festividades lúdicas que permiten a los padres compaginar su actividad laboral con el bienestar de los hijos.

Miñones señala que concellos colindantes como Lousame o Teo han adaptado este formato, una receta que invita a imitar en los municipios con problemas demográficos. Este último ayuntamiento también ha conseguido ver un crecimiento en el registro de un 6%, mientras que el de Lousame sigue cuesta abajo -un 8%-.

El incremento de habitantes no solo se produce en los núcleos de Bertamiráns y Milladoiro. Desde 2015, las zonas rurales de Ames han recibido 13 nuevos vecinos. "Atraer gente al campo llama más la atención, pero eso es porque también ofrecemos servicios allí", añade el alcalde.

Lo mismo en Barbadás y San Cibrao das Viñas, con un espectacular crecimiento del 24,2% y 24,9%, respectivamente, en medio del desolador panorama ourensano. Los siguientes que más suben se sitúan en el entorno de Vigo: Salceda de Caselas, Porriño y Soutomaior; mientras que en A Coruña lo hacen Arteixo, Culleredo, Oleiros o Sada.

Entre las grandes ciudades, solo Lugo, Santiago y Pontevedra han colocado su padrón por encima del 3%. La cara opuesta a Ferrol, que bajó un 10% en lo que va de década, se encuentra en el concello limítrofe de Narón. El auge de la octava ciudad gallega parte de un censo joven -con una media inferior a los 42 años-, la creación de polígonos industriales y la aparición de áreas comerciales desde finales de los años ochenta.

Riesgo de desaparición

La fotografía de casas vacías y población envejecida se repite en el rural gallego, especialmente en los 31 concellos que cuentan con menos de mil habitantes. Negueira de Muñiz (Lugo) es el ayuntamiento con menor padrón en la comunidad, 219 vecinos con una edad media de 52 años. Otros cuatro, todos en la provincia de Ourense, están por debajo de los 500 residentes, la mayoría en edad de jubilación.

Ante la debacle demográfica, la Xunta decidió iniciar una campaña para la fusión de concellos en 2010. "No actuaremos con mano militar, pero sí pondremos encima de la mesa esa alternativa. Puede ser una solución, aunque sabemos que es complicado", reconocía entonces la Consellería de Presidencia. Para favorecer la unión de municipios, la Administración autonómica decidió premiar a las nuevas entidades locales con fondos públicos y reparto de subvenciones.

El 6 de junio de 2013 nació la primera fusión con Oza-Cesures (A Coruña), la primera unión que se vivía en España en 40 años. Tres años después, se sumó la provincia de Pontevedra con la fusión de Cerdedo y Cotobade. Sin embargo, el proyecto estrella del Gobierno autonómico contra la pérdida de población no termina de cuajar cinco años después. El censo en ambos municipios es inferior al que sumaban hace 10 años y, en el caso del coruñés, se acerca peligrosamente a la barrera de los 5.000 habitantes que le haría descender un escalón tributario al perder su actual coeficiente.

El extenso territorio entre las provincias de Cuenca y Teruel es conocido como la Laponia española. Una región con prácticamente el mismo tamaño de Lituania y con menos de ocho habitantes por kilómetro cuadrado.

Según un informe publicado por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), la mitad de los municipios españoles está "en riesgo de extinción a medio o largo plazo" por tener menos de 1.000 vecinos. La estrategia del Gobierno central, por ahora, es la creación del Comisionado para el Reto Demográfico. Al frente está una gallega, Edelmira Barreira (PP). "La despoblación es una prioridad nacional", afirma la exsenadora ourensana.