Las demandas en financiación autonómica de Galicia, Asturias, Castilla y León y Aragón suman aliados, aunque no su frente político creado a partir de la declaración de León, movimiento que ha fracturado internamente al PSOE. El presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, aseguró ayer "compartir" las propuestas de sus homólogos, centradas en elevar el peso de la dispersión y el envejecimiento a la hora de distribuir recursos entre las comunidades debido al sobrecoste que producen en la prestación de servicios públicos, pero descartó que esa sintonía supusiese su unión a la alianza, criticada por los presidentes de Extremadura y Valencia, también del PSOE.

El frente del norte constituido en León el pasado día 19 abrió un nuevo escenario ante el debate sobre la reforma del modelo de financiación de las autonomías. García-Page, presidente de un territorio que durante años fue uno de los bastiones socialistas, avaló sus demandas. "Es evidente que para la gestión del sistema de financiación que está por venir tiene que considerarse no solo el número de vecinos, sino dónde vive la gente y dónde se prestan los servicios".