El palangrero gallego Cedes fue apresado ayer durante más de cinco horas por las autoridades de Liberia y la organización medioambientalista Sea Shepherd, que lo acusaban de supuesta pesca ilegal. Sin embargo, tanto el patrón del barco como la asociación a la que pertenece, la Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu), denunciaron que se trató de "un abordaje en toda regla". El capitán del pesquero, Diego Gutiérrez, explicó ayer a este diario que los militares del país africano "apuntaron con sus metralletas AK-47" a los marineros que no obedecían sus órdenes, mediante las que ordenaban sacar las capturas de tiburón que había en la bodega para cortarles las aletas, una práctica prohibida a bordo por Bruselas a todos los buques comunitarios. "Querían sacar fotografías y difundirlas posteriormente a los medios de comunicación", denuncian fuentes de Orpagu. La tripulación del Cedes está formada por 14 marineros, entre los que hay tres gallegos (de Marín, Cangas y Pontevedra) y un andaluz.

El incidente se produjo a las once de la mañana, justo tras el primer lance de este palangrero de 31 metros de eslora que faena en Liberia gracias al acuerdo pesquero de este país con la UE. En ese momento la patrullera Bob Barker, de la organización conservacionista, se acercó con el sistema de posicionamiento del barco (AIS) apagado para proceder a una inspección a bordo del Cedes. "En ese momento subieron nueve personas, de las que cinco iban armados", relató Joaquín Cadilla, presidente de Orpagu.

Una vez allí los militares obligaron a los marineros a sacar las capturas de tiburón (tintorera, o quella) de la bodega. "Nos pedían una cosa muy rara, querían que cortáramos las aletas del todo", indicó el patrón del Cedes, de origen andaluz. Según explica la tripulación del palangrero, Sea Shepherd pretendía que los marineros separasen las aletas del cuerpo de los tiburones, una práctica prohibida por la Comisión Europea como medida conservacionista en tiempos de la comisaria Maria Damanaki.

Presiones a los marineros

Aunque en un primer momento obedecieron, intimidados por la presión, la tripulación del barco se negó a seguir colaborando. "Uno de los militares llegó a dar un codazo a un marinero; no tiene explicación y nos llegaron a decir que no les llevásemos la contraria porque iba a ser peor", denunció Gutiérrez.

Pasadas las cuatro de la tarde el buque fue finalmente liberado con un acta de inspección. Un hecho que, sin embargo, no es aislado. Sin ir más lejos, el pasado mes de octubre el Baz, otro barco de Orpagu, sufrió un hecho similar en Santo Tomé, donde en 2016 fue retenido dos semanas el Alemar Primero. En todas ellas "el abordaje se realizó a punta de pistola" y contó con la participación de Sea Shepherd, como denuncia la organización de A Guarda. Estos tres incidentes en menos de dos años han provocado que Orpagu estudie acciones legales para denunciar estos abordajes.

De hecho, ya el año pasado remitió un escrito a Aguiar Machado, director general de Pesca de la CE, incidiendo en la peligrosidad de estas acciones "debido a las tácticas intimidatorias empleadas contra las tripulaciones de los barcos comunitarios".