Las vacaciones de Semana Santa solo aplazaron unos días el enfrentamiento interno en En Marea generado tras la gestión del altercado de la diputada Paula Quinteiro con la Policía Local de Santiago, ante la que exhibió su carné de parlamentaria. El portavoz del principal grupo de la oposición, Luís Villares, rompió ayer su silencio desde que trascendieron los hechos y lo hizo para exigir la renuncia de su compañera. Y además, anunció que convocará una consulta a las bases para que decidan el futuro de la parlamentaria si no abandona la Cámara de motu propio esta semana tras una conducta que incumple, añadió, la ética del partido.

Su toma de posición pública, a favor del Consello das Mareas y en contra de la mayoría del grupo parlamentario, incendió de nuevo las filas de la formación. Podemos, por ejemplo, lo acusó de reabrir un conflicto "zanjado", de dañar el proyecto político del cambio y actuar "como la Inquisición".

El origen del conflicto fue un altercado nocturno en Santiago tras el que no se produjo ninguna denuncia después de que la Policía Local identificase a uno de los integrantes del grupo de Quinteiro la noche del día 16 tras las denuncias vecinales de vandalismo. El joven forcejeó con los agentes y la diputada se identificó como tal, acusándolos de "interferir en su labor política".

El incidente reabrió la crisis soterrada entre las numerosas familias que componen En Marea y generó un choque entre el grupo parlamentario y el Consello das Mareas, la dirección el partido donde Villares y sus afines tienen mayoría frente a los vinculados a Marea Atlántica o Anova.

El grupo rechazó la semana pasada pedir la renuncia de Quinteiro, con lo que desoyó la exigencia del Consello, y apostó por un expediente informativo sobre el caso, lo que mostró la soledad de Villares en O Hórreo

Ayer rompió su silencio y cargó la responsabilidad sobre Quinteiro, que mantiene su negativa a dejar el puesto y su silencio ante los medios, y vinculó el apoyo a esta de 10 de sus 13 compañeros en la Cámara a los "afectos" personales. "Es injusto hacer cargar al colectivo con una responsabilidad individual", añadió. No se plantea firmar la expulsión al grupo mixto de Quinteiro, a la que pidió "altura de miras" y la culpó de causar la crisis. "Una buena gestión de la crisis hubiera sido la asunción de responsabilidades de la persona que con su actuación nos compromete. El debate está orientado a buscar una salida cuando no viene de quien tiene que venir", expuso.

"Algunos entendemos que el uso indebido de la condición de parlamentaria, de representante de los demás para un asunto privado, que sea para obstaculizar, interferir una actuación policial que buscaba esclarecer unos daños en Compostela, es un uso indebido de la condición de parlamentario, que no prevé nuestro código ético", esgrimió. "Generamos unas expectativas diferentes de estar en política", declaró a título personal.

Justificó su silencio previo para no interferir en la crisis. Ahora dejará en manos de los inscritos resolver el choque entre el grupo y el Consello, al alegar que los estatutos de la formación lo prevén.

Su anuncio fue previo a la reunión del grupo parlamentario, donde la tensión se elevó de nuevo. Posteriormente, una de las familias de En Marea criticó la "irresponsabilidad" de Villares y su toma de posición en contra de la mayoría de diputados. Lo hizo la secretaria xeral de Podemos y viceportavoz de En Marea, Carmen Santos, que dio el tema como "zanjado" y consideró que la postura de Villares supone asumir "un discurso propio del PP". "Es una caza de brujas orquestada por hombres contra una mujer para dañar el espacio del cambio", censuró. También rechazó dejar en manos de las bases la resolución de un conflicto "personal, no político" como "si fuese un tribunal con tintes de Inquisición".