La agricultura es uno de los sectores más sensibles a la meteorología ya que necesita lluvia y sol en su justa medida y a su debido tiempo. El campo gallego ha pasado de meses de sequía que han quemado los cultivos a semanas de aguaceros que han inundado las plantaciones sembradas y que impiden iniciar las cosechas de primavera debido a que las fincas están encharcadas.

Las patatas en la comarca ourensana de A Limia deberían empezar a plantarse estos días y, teniendo en cuenta, que la semana que viene continuarán las precipitaciones, la cosecha se retrasará por lo menos un mes. Esa demora provocará, según Unións Agrarias, un aumento de los costes de riego cuando deje de llover y una bajada del precio de hasta diez céntimos por kilo al retrasarse la recolección de septiembre a octubre. Desde la organización agraria calculan que por estos factores tanto la producción como la facturación podrían caer hasta un 30% este año. Así, de los 120 millones de kilos de tubérculos que se recogen en la comarca cada año, en esta ocasión se podrían ver reducidos a 86. Los ingresos se reducirían en la misma proporción, al pasar de 30 a 20 céntimos por kilo -un 34% menos- lo que supondría pérdidas entre cinco y diez millones de euros. Por eso, los agricultores de la zona miran al cielo y si hace meses pedían lluvia como agua de mayo ahora esperan que las precipitaciones den una tregua para que sequen las fincas y puedan plantar las patatas, el producto estrella del que viven muchas familias en esta comarca, la principal productora de Galicia. Los productores de A Limia siembran una quinta parte de la cantidad que se recoge en toda Galicia: más de 120 millones kilos de un total de 450 millones que de media se recogen al año en las fincas gallegas. De esa cifra, nueve millones de kilos están amparados por la Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Pataca de Galicia. En el concello coruñés de Coristanco, el segundo de más producción en Galicia, la situación es similar pero "como el terreno drena antes" la cosecha no deberá atrasarse tanto.

El cereal de invierno de A Limia ha sido otro de los más afectados al perderse, según los productores, el 80% de la producción, lo que significa recoger solo 22 toneladas respecto a las 60 toneladas de media. No es la primera vez, ya que el año pasado ya se había perdido esa misma proporción por las heladas y en 2016 por las inundaciones. Además, desde que deje de llover hay que esperar mínimo dos semanas para que la maquinaria pueda entrar a las parcelas para sembrar el trigo de primavera.

También sufren las inclemencias meteorológicas en las zonas de montaña de Lugo y Ourense. Fuentes de Unións Agrarias señalan que las explotaciones lácteas y de vacuno de carne arrastran una situación "delicada" desde el invierno del año pasado porque las heladas quemaron el forraje de primavera en 2017, la sequía impidió el crecimiento de los brotes que nacieron en septiembre y el frío y la nieve de estas semanas retrasan la siembra de primavera y obligan a seguir gastando en la compra de alimento para el ganado.