A un año de las elecciones municipales, En Marea experimenta una crisis a la que ayer le estalló otro frente de forma inesperada con el adiós de Juan Merlo, también número dos de Podemos en Galicia, por haber mentido en su currículo. Lo hizo alegando la ejemplaridad de su partido, argumento que eleva la presión sobre su compañera Paula Quinteiro, cuyo futuro ha tensado el espacio rupturista.

El líder de En Marea, Luís Villares, y el Consello das Mareas exigen su dimisión. El primero prometió someter su futuro a una consulta a las bases si se negaba, pero, en contra de varios de sus afines, la ha frenado, en parte, tras el rechazo de Podemos, que, pese a no figurar como organización en En Marea, cuenta con siete de sus 14 diputados. Los de Pablo Iglesias quieren funcionar como coalición, fórmula que quieren aplicar con las mareas locales. En ese punto, la dimisión de Merlo compromete el plan de rearme orgánico morado para las municipales, a debate hoy en asambleas provinciales en Ourense y Pontevedra.

Tras estallar el caso Merlo, Villares lo aprovechó para presionar a Quinteiro. "Es un elemento de reflexión muy importante para ella", indicó. "Los argumentos de Merlo de la ética que practica estoy seguro que Quinteiro no los va a negar", dijo. Las discrepancias en En Marea volvieron a quedar patentes. En contra de equiparar ambos casos también se posicionó el viceportavoz y líder de Anova, Antón Sánchez, que declaró que el PP no debe "marcar la agenda" a En Marea. "No hay dos situaciones iguales y sobre la de Paula Quinteiro ya hemos opinado como grupo, hay abierto un expediente y veremos cómo concluye", explicó.

El portavoz parlamentario del PP gallego, Pedro Puy, deseó suerte a Merlo "incluso en su vida política, que es la única en que se puede morir varias veces". Xoaquín Fernández Leiceaga (PSdeG) y Olalla Rodil (BNG) se limitaron a respetar la decisión de Merlo.