Javier Guerra, cortejado ahora por Ciudadanos, nunca escondió su descontento con la dirección local del PP de Vigo y su enfado con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, por el golpe asestado en 2012. Formó parte de su primer gabinete cuando ganó las elecciones en 2009, pero cuatro años después tras repetir el PP gallego su victoria electoral Feijóo renovó a todos sus conselleiros salvo a Guerra. Fue el primer excluido y eso le dolió. Aún ahora la herida sigue abierta.

Cuando fue captado por Feijóo para su gabinete, Guerra triunfaba como empresario del sector textil y así lo atestiguaba su millonaria declaración de bienes presentada en el Parlamento y que desentonaba con el resto de conselleiros, con cuentas mucho más modestas. No necesitaba de la política para vivir y, sin embargo, esta sí le exigía muchos sacrificios. Feijóo no vio en él el suficiente grado de compromiso y empezó el distanciamiento hasta que finalmente prescindió de Guerra.

Este malestar larvado estalló en 2016 cuando decidió dar un paso al frente para disputar la presidencia local del PP de Vigo a Elena Muñoz, la candidata impulsada por Feijóo. Perdió el pulso y desde entonces ha mantenido una posición crítica con la dirección de los populares vigueses a los que acusa de no haber integrado su proyecto político a pesar de que se comprometieron a ello.