Y ahora, ¿qué? Paradójicamente, los dos sectores de En Marea enfrentados coincidieron ayer en dar por "cerrado" el conflicto tras la consulta, una apreciación que no casa con la realidad, aunque un armisticio sí parece la solución más lógica ante las opciones que tiene el partido.

La dirección de Villares ha logrado elevar la presión sobre Quinteiro para que renuncie avalada por el 85% de los participantes en la consulta interna. Sin embargo, la abstención del 60% concede argumentos a la diputada para negarse, a pesar de que su otro partido, Podemos celebra una consulta similar sobre el chalé de su líder, Pablo Iglesias.

La quiebra de confianza mutua entre la tripulación del barco del partido instrumental es evidente. Otra prueba: Borja San Ramón dejó ayer el Consello das Mareas por la "caza de brujas" contra Quinteiro.

Villares tiene un botón rojo en la mesa: podría firmar la expulsión de Quinteiro al grupo mixto, pero lo haría con 10 de sus 13 compañeros y de Podemos en contra, al tiempo que daría al PSdeG el liderazgo de la oposición y resucitaría los fantasmas de AGE, su precedente que perdió tres actas. Una de aquellas diputadas tiene asiento en el Consello das Mareas y exigió la renuncia de Quinteiro.