María Jesús García Pérez es una magistrada peculiar. Pero no por su ejercicio profesional como juez de Vigilancia Penitenciaria en Lugo, sino porque en cuanto cuelga la toga se convierte, presuntamente, en vidente. Lee las cartas del tarot para adivinar el futuro -amor, salud o dinero- a clientes que pagan entre 15 y 20 euros por sesión. Por esta segunda actividad, el área de Acción Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) abrió ayer diligencias informativas para comprobar si es la juez quien se anuncia en pasquines que ella misma deja en los parabrisas de los coches y ejerce de pitonisa en un céntrico piso de la ciudad de Lugo.

El CGPJ decidió investigar a la magistrada tras ser informado por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), que a su vez fue notificado de su comportamiento por el presidente de la Audiencia Provincial de Lugo, José Antonio Varela Agrelo, tras conocer "la actividad de echadora de cartas del tarot". "Tengo conocimiento de estos hechos, me parece una conducta peculiar y no la puedo calificar. Entonces se la envío al órgano de gobierno para que efectúe esa calificación", detalló Agrelo.

Y es que los jueces tienen el régimen de incompatibilidades más estricto de la Administración, con muy poco margen para el desarrollo de segundas actividades.

Sin embargo, María Jesús García actuaba a plena luz del día. Acompañada por un hombre que se autodenomina su "empleado del hogar" repartía octavillas en bares y coches en las que se anuncian servicios de "tarorista y vidente con gran experiencia". Incluso distribuía estos pasquines cerca de los juzgados donde trabaja, a la vista de abogados y otros jueces.

La magistrada acumula algunas polémicas en su historial. Fue sancionada por fumar en la sala (en Bilbao) y criticar públicamente la ley de violencia de género o cuestionar a las víctimas (en Santander). Y a su paso por Santiago, los abogados expresaron sus quejas porque se presentó en una vista con su gato.

Un periodista de El Progreso asistió de incógnito a una sesión de adivinación para comprobar si era la propia juez quien leía las cartas del tarot y no su asistente. Contaba ayer el periódico lucense que fue el empleado del hogar el que concertó la cita y el que hizo la recepción en el piso, pero que fue la magistrada la que ejerció como vidente. Eso sí, "vestida normal, sin túnica ni otra vestimenta de corte esotérico".

Le preguntó al periodista de qué quería hablar, si de amor, salud o dinero, y el reportero se inventó una historia falsa de preocupación por un juicio. La juez, según El Progreso, cayó en la jugada montada por el periódico para saber si era ella realmente la que echaba las cartas o su empleado del hogar. Se interesó por el abogado, el informe de la Fiscalía... "Esto va a ser una fuente de follones y vamos a ver si la Justicia... Confío en la Justicia, creerás, pero luego leerás cualquier cosa en el periódico y dirás... pues la Justicia parece que tampoco acierta mucho", comentó María Jesús García durante la sesión.

Sin embargo, la persona que contesta al teléfono en el número que figura en los pasquines asegura que él, el empleado del hogar de la juez, es quien realiza toda la actividad vinculada al tarot. "Quien hace toda a movida soy yo. Me dio permiso para hacerlo y punto. Yo soy el que reparte, el que pone las octavillas, el que coloca la publicidad y eso es todo", aseguró a Europa Press. Sobre la juez, respondió que solo atiende consultas vinculadas con la actividad del juzgado.

Como titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 3 de Galicia, la magistrada controla los permisos de los reclusos en tres prisiones: Bonxe y Monterroso, en la provincia de Lugo, y Pereiro de Aguiar, en Ourense.

Las apertura de las diligencias informativas por parte del CGPJ constituye un paso previo para determinar si se archiva el caso o se incoa un expediente disciplinario si los hechos son verdad. Para ello, se recabará el testimonio de la magistrada.