Galicia exporta más de 150.000 toneladas de conservas de pescados y mariscos. Esto significa casi el 80% de las conservas que España envía al mundo. Y, como guinda, el 80% de la mano de obra que el sector conservero emplea es de mujeres. Es por tanto, el conservero, uno de los principales fundamentos económicos de este país: casi 1.300 millones de euros, lo que demuestra que, a pesar de la desaparición de numerosos centros de trabajo, la fusión de empresas y el vigoroso empuje que en los últimos 25 años el sector ha sabido darse a sí mismo, ha impulsado más allá de la dura competencia de otros países el nombre de Galicia como referente internacional.

La potenciación y desarrollo de la industria conservera ha mitigado el cierre de numerosos centros de producción desde los primeros años 60, cuando en Ribeira, A Pobra, Cangas, Cariño, A Costa da Morte, etc., los centenares de mujeres que aportaban su salario como trabajadoras del sector conservero tuvieron que plegar su mandilón y buscar otras vías complementarias para el sostenimiento económico de la familia.

Creo que Galicia debe mucho a las trabajadoras de la conserva de sardina, jurel, pulpo, berberecho, almeja, etc. Pero también a una entidad, Anfaco-Cecopesca, que desde hace años lucha a brazo partido con una competencia no siempre lícita y que ha intentado invadir los mercados en los que las conservas gallegas eran -son- las verdaderas reinas. A pesar de los pesares: los aranceles, las medidas sanitarias que en Europa no rigen por igual para todas las exportaciones y un largo etcétera de trabas que más parecen estar dedicadas a impedir el desarrollo de la industria conservera de la UE, facilitando por contra la entrada en este mercado de productos de terceros países. Y no defiendo el proteccionismo, pero sí la igualdad en el trato de unos y otros, dentro de los límites normales de la convivencia y la gobernanza.

Vaya pues, el reconocimiento. Y con este, el varapalo: Madrid ha sido escenario reciente de la campaña de promoción promovida por Anfaco-Cecopesca, la patronal conservera española. En tal promoción se incluye la denominada Cata la Lata, que pretende ser una invitación al consumo de conservas de pescado y marisco y que sus promotores se han olvidado de algo fundamental: catar la lata no es catar la conserva que esta contiene. Catemos primero, por favor, el contenido y dejemos el continente para mejor ocasión y con abrefácil a mano.

Buen menú. Buen provecho.