Alberto Núñez Feijóo renuncia a competir por suceder a Mariano Rajoy al frente del PP, formación en crisis tras la moción de censura que le arrebató el Gobierno y forzó la caída de su líder después de la unión de fuerzas de la oposición posterior al primer fallo del caso casoGürtel. El compromiso adquirido hace dos años y dos meses para optar a su tercer mandato como presidente de la Xunta y agotar la legislatura actual, que expira en 2020, fue alegado como motivo para no dar el salto a Madrid que en las filas de los populares gallegos se daba por segura. "No puedo fallar a los gallegos porque sería fallarme a mí mismo", expuso.

Hace una semana, Rajoy anunciaba su dimisión y la convocatoria de un congreso extraordinario para elegir al nuevo líder de un partido que en una semana pasó de la alegría de aprobar los presupuestos estatales al sufrimiento de la condena del caso Gürtel caso Gürtely a la perplejidad de quedarse sin líder. Las miradas se posaron en Feijóo como uno de los favoritos y se reavivó el runrún del puente aéreo de vuelta a Madrid que le ha perseguido desde su regreso a Galicia como conselleiro de Manuel Fraga.

Feijóo midió los tiempos y ayer convocó a los medios a las ocho de la tarde para anunciar su decisión ante la junta directiva de su partido. Eligió el mismo hotel compostelano en el que en abril de hace dos años anunció que optaría a su tercer mandato, tras semanas de alimentar el misterio sobre su futuro. Ayer alegó la necesidad de respetar su compromiso electoral de agotar la legislatura.

"No sería un buen mensaje que un nuevo presidente del PP estrenase una nueva etapa siendo incoherente y faltando a la palabra a los miles de ciudadanos por los que hoy soy algo en política", justificó en un discurso de quince minutos en el que se emocionó en varias ocasiones, aunque sin llegar a las siete de la cita de hace dos años tras a cual logró meses después su tercera mayoría absoluta consecutiva, la única ahora en España.

Precisamente, su hoja de servicios electoral constituía su principal baza como aspirante a tomar el timón del PP, que tiene como primer reto reorganizarse y preparar las elecciones autonómicas de mayo del año que viene en las que medirá el grado de desgaste sufrido por la caída del marianismo. Uno de los elementos que más pesaba en su contra eran las fotos de su relación en los años 90 con el contrabandista Marcial Dorado.

Las llamadas a Feijóo, que en septiembre cumplirá 57 años y en enero de 2017 fue padre por primera vez, fueron muchas y durante esta semana reconoció haber dudado, si bien el jueves pasado señaló como principal condicionante en su decisión su cargo al frente del Ejecutivo gallego. "[A los gallegos] Les pedí su apoyo para cuatro años y me comprometí con ellos hasta 2020. Les transmití mi ilusión y confianza por lo que aún teníamos y tenemos que hacer juntos. Los gallegos respondieron con su voto mayoritario, con una mayoría excepcional y yo, sin haber completado mi compromiso, no puedo fallar a los gallegos porque sería fallarme a mí mismo", argumentó ante las decenas de miembros de la junta directiva del PP autonómico, que socorrieron los momentos de emoción de su jefe de filas con aplausos.

"El PP tiene que abrir una nueva etapa que marque la diferencia con el resto de partidos. No debemos permitir la incoherencia y faltar a la palabra como el resto de partidos", añadió en alusión al PSOE y Ciudadanos, sin citarlos expresamente. "Siempre he procurado mantener la coherencia que no mantiene quien dijo que no sería presidente con los apoyos por los que hoy es presidente, quien no tiene porque cambia de opinión según indica la vela demoscópica", apuntilló a esas formaciones en un discurso en castellano.

Quiso anteponer el colectivo a sus posibles aspiraciones, dejando caer de nuevo que presidir la Xunta es la "mayor honra" de su carrera y que había sopesado dar el paso para optar a la sucesión de Rajoy. "Hoy en una política en la que domina tanto el ego, yo hoy quiero transmitir que en el PP, por encima del yo, estáis vosotros. Y por encima del currículum de una persona concreta está el compromiso con un pueblo", dijo.

Su movimiento, o más bien no movimiento, evita afrontar de forma precipitada su relevo al frente del partido y de la Xunta, si bien Feijóo matizó que quedarse en Galicia no supone dar la espalda a los debates estatales. "Se puede hacer política nacional desde Galicia y voy a seguir haciéndola y más aún con el escenario político que se ha abierto", indicó en alusión al nuevo ciclo abierto por la llegada a Moncloa del socialista Pedro Sánchez.

Ahí, Feijóo dejó un mensaje contra el centralismo político. "La política en España va más allá del puente aéreo", aseguró. "La grandeza del PP va más allá de su presencia en la capital de España. Creo en la grandeza de nuestro partido. Estamos ante una importante posibilidad de ampliarla y mantenerla, creo profundamente que este partido tiene futuro, hay personas muy capaces de liderar una nueva etapa", razonó sobre una carrera interna en la que ya existen cuatro aspirantes: Pablo Casado, José Manuel Margallo, José Ramón García Hernández y José Luis BayoPablo CasadoJosé Manuel MargalloJosé Ramón García HernándezJosé Luis Bayo. Hoy, María Dolores de Cospedal se pronunciará sobre su posición y queda la incógnita de qué hará Soraya Sáenz de Santamaría en un proceso en el que la presentación de avales concluye mañana. El descarte del presidente de la Xunta abre incertidumbres y luchas internas en el partido, a la espera de la decisión que tomen las dos mujeres más fuertes.