Prudencia y paciencia al volante. Son los dos consejos que lanza la DGT en cada operación salida con el objetivo de cerrar las campañas con cero fallecidos en carretera. El refuerzo de la vigilancia por tierra y aire, en especial con más controles de velocidad y dispositivos para frenar el consumo de alcohol y/o drogas, han surtido efecto y se han traducido en un descenso de la accidentalidad mortal en lo que va de año. Tanto en Galicia como en el conjunto del país. En el primer semestre, la red viaria gallega registró un total de 39 víctimas mortales, un balance que supone un descenso del 7,1% respecto al mismo periodo del año pasado. A nivel nacional, también se ha logrado invertir la tendencia al alza del arranque del año -después de un 2017 con el mayor número de víctimas de tráfico desde 2013- con un descenso de la siniestralidad: un total de 520 muertos entre enero y junio frente a los 550 de hace un año.

Pese al descenso de los fallecidos en accidentes viarios en el conjunto de Galicia, el comportamiento ha sido dispar en las cuatro provincias, según las estadísticas divulgadas ayer por el Centro de Gestión de Tráfico del Noroeste. De hecho A Coruña se mantiene a la cabeza de la accidentalidad mortal, con casi la mitad de los muertos en las carreteras gallegas. Con un total de 19 víctimas, el 47,4% del total en el comunidad, A Coruña rompe con la tendencia a la baja del conjunto autonómico con un aumento de los fallecidos en la red viaria de la provincia de casi el 12% -19 víctimas entre enero y junio de este año frente a las 17 del ejercicio pasado-. Las carreteras de Ourense también soportaron en lo que va de año un aumento de los accidentes mortales, con 7 fallecidos en el primer semestre, cuatro más que el mismo periodo de 2017 (+133%).

Detrás del balance a la baja en el conjunto de Galicia está el descenso registrado en las carreteras de Pontevedra (casi -55%) y en Lugo (-27,3%) durante el primer semestre. En el caso de las vías pontevedresas, se contabilizaron cinco fallecidos frente a los 11 del mismo periodo de 2017; y en la red viaria lucense se pasó de 11 víctimas mortales a 8.

Que los accidentes de tráfico sean eso, accidentes, y no fruto de una negligencia o una distracción al volante. Ese es el objetivo que se marcan las distintas administraciones aunque por ahora no se aventuran a poner una fecha para lograrlo. La meta que sí ya se han marcado en Galicia es llegar a 2020 con la mitad de muertos en carretera. En cifras, se traduciría en menos de 50 víctimas mortales en siniestros viarios cada año. Durante la última década, medidas como la reforma del Código Penal, el sistema del carné por puntos, el endurecimiento de las multas, el refuerzo de la vigilancia en carretera, las continuas campañas de la DGT han conseguido reducir las negras estadísticas de la accidentalidad en la red viaria gallega más de un 50%.

En lo que va de año, junio fue el mes más negro en las carreteras de la comunidad, con un total de 11 siniestros mortales que dejaron 12 fallecidos. Le sigue en el ranking marzo, con ocho accidentes con fallecidos y, a la par, enero y febrero con cinco en cada caso. Abril fue la excepción, con cero víctimas mortales. Fue la primera vez que Galicia cerró un balance con un mes blanco, como la DGT define a un periodo sin fallecidos.

En cuanto al mes de junio, con 12 fallecidos -la misma cifra que hace un año-, Pontevedra fue la única provincia gallega que redujo los siniestros mortales en su red viaria -un 75%, al contabilizar una víctimas frente a las cuatro de junio de 2017-. En Ourense hubo dos fallecidos, al igual que el año pasado. Mientras que en A Coruña se registraron cinco, dos más que el año pasado (casi un 68% más) y en Lugo se pasó de tres a cuatro fallecidos.

Las salidas de vía son el tipo de siniestro que más se repite (7). De los 12 fallecidos, uno era peatón. Por franjas de edad, el grupo de 46 a 55 años y de mayores de 65 concentran el grueso de las víctimas (tres en cada caso). Entre los menores de 25 años se registraron dos fallecidos, al igual que los que tenían entre 36 y 45 años. Y del grupo de 25 a 35 y de 56 a 65, hubo un muerto en cada caso.