La escasa oferta, la elevada demanda y las pocas transacciones que se producen están detrás del elevado coste de las tierras agrícolas en Galicia en comparación con el resto de España y otras regiones europeas.

De media, una hectárea en la comunidad costaba 17.641 euros en 2016, según los datos que acaba de publicar la oficina estadística europea, Eurostat. Es un 4,5% más que un año antes y un 36% más que la media nacional. También se encuentra por encima del precio que se pagaba en otros países europeos como Escocia (17.150 euros), Eslovenia (17.136), Grecia (12.528) o Polonia (9.100).

Varias son las causas que explican este precio tan elevado, pero sobre todo destaca la escasa movilidad de las tierras que se produce en la comunidad gallega, es decir, hay muy pocas compraventas. Esta falta de movimiento provoca que haya poca oferta y una elevada demanda, sobre todo en las dos provincias del norte.

"Uno de los problemas que tiene Galicia por que el que las tierras agrarias tienen un elevado precio es que hay poca oferta para venderlas y hay bastante demanda para comprarlas, y por eso hay muy poca movilidad de tierras", resume Roberto García, secretario xeral de Unións Agrarias.

La tasa de transferencia anual, que es el porcentaje que representa la superficie total de las parcelas rústicas objeto de transacción en un año sobre la superficie total, es muy baja en Galicia: un 0,16%, según destacan varios informes

También existe una gran fragmentación en el sistema de propiedad en la comunidad. Hay 11,2 millones de parcelas y 1,6 millones de propietarios. Entre 1990 y 2010 el número de parcelas se redujo un 30% mientras que el de propietarios se incrementó un 42%.

Y hay menos explotaciones y menos superficie cada año. El número de explotaciones agrarias computadas en los sucesivos censos muestra una reducción continuada desde 1960. Y además, en los últimos lustros se ha producido en Galicia una pérdida importante de superficie agraria útil. Solo en el periodo que va de 1985 a 2005 han desaparecido 145.000 hectáreas de prados y labradío.

Por todas estas razones "hay bastantes reticencias para la compra y venta de tierras agrícolas" reconoce Roberto García, quien también destaca que "la rentabilidad que se le puede sacar a esa explotación no da para pagar esos precios".

El coste de una hectárea también es distinto según la provincia. En la de Lugo los valores son más bajos. Los precios son más elevados en las Rías Baixas y en las siete ciudades.

También hay diferencias importantes en la tasa de transferencia entre la mitad norte de Galicia, donde se aprecian más movimientos, y las provincias de Ourense y Pontevedra donde apenas se registran transacciones.

Para el secretario xeral de Unións Agrarias esta diferencia se debe a que en las dos provincias del norte es en donde hay más ganadores. Mientras que las tierras que se venden en las provincias del sur son, sobre todo, para aumentar la superficie de las parcelas en las que hay viviendas. La movilidad de las tierras también es menor en los ayuntamientos más despoblados y en los más urbanizados.

El tamaño medio de los terrenos que se venden en la comunidad gallega es de 0,35 hectáreas, un valor muy parecido al tamaño medio del conjunto de las parcelas de Galicia: 0,25 hectáreas. Un 12% de las parcelas que se transfieren tiene más de un propietario, mientras que los terrenos dedicados al uso agrícola o ganadero son los que se intercambian con más asiduidad.

Los precios de la tierra se han ido recuperando en los últimos años. Con la crisis se ralentizaron las operaciones y las que hubo fueron a precios bajos, derivados de la necesidad de liquidez por parte de muchos propietarios. Sin embargo, en los últimos ejercicios, aunque con algunos altibajos, los precios han ido al alza. Entre 2013 y 2015 el coste se situó por debajo de los 17.000 euros, cifra que se superó en 2016.