El excedente de droga no solo afecta a la cocaína en Colombia, sino también al hachís que se acumula en Marruecos. Desde la unidad antidroga de la Policía Nacional en Galicia destacan que en el caso del Estrecho la tentación es mayor "dado que no es necesaria la preparación y logística que entraña una operación de transporte transoceánica, como es el caso de la cocaína, sino que apenas hay que coger una lancha y hacer media hora de navegación".

Y dado que los grupos de narcotraficantes se desplazan "hacia donde está el dinero", no ha faltado tiempo para que los gallegos hayan aparecido también en este escenario de operaciones, el punto caliente del narcotráfico en estos momentos en España: "Se ha detectado la presencia de gallegos en el Campo de Gibraltar", explica el jefe de la Udyco. Lo que desconocen todavía es el papel que juegan. Si son meros compradores de hachís que luego suben a Galicia o si hay también pilotos de lanchas curtidos en las Rías Baixas que están poniendo sus conocimientos y habilidades al servicio de las mafias del Estrecho. "Están allí, pero no sabemos hasta que punto están participando", añade.

De nuevo, los hechos le han dado la razón y a finales de junio 5 gallegos (tres coruñeses y dos pontevedreses) eran arrestados por transportar hachís desde el Estrecho a Galicia y cuatro de ellos ingresaban en prisión.

Diego Amaya Díaz se congratula de que el narcotráfico en Galicia no hubiera llegado a la situación actual que se vive en el Campo de Gibraltar con altas dosis de violencia hacia la Policía. "Allí el tráfico de drogas se está llevando a un punto en el que parece que se quieren importar situaciones que se dan en Colombia o en alguna ciudad de Méjico, aquí afortunadamente parece que hay un pacto no escrito para que la violencia no llegue a un nivel superior, el narco gallego nunca ha querido dar este paso mientras que en el Campo de Gibraltar sí lo han dado", explica. Algo que atribuye a la "idiosincrasia" de los gallegos que "han sido más inteligentes y se limitan a hacerse con el dinero" sin llamar la atención con actos violentos y sin estridencias.

Desde hace tiempo, las unidades de lucha contra el narcotráfico así como los propios juzgados y la Fiscalía Antidroga que la retirada del mercado de la sustancia estupefaciente no es la única vía de combatir a las mafias que se enriquecen con el tráfico de drogas. Atacar al dinero y los ingentes beneficios que obtienen con estas operaciones es disparar a la "línea de flotación" de estas organizaciones y en la Udyco son conscientes: "Tenemos la obligación de hacer investigaciones patrimoniales a todos los implicados en las organizaciones que desmantelamos pero mi intención es impulsar todavía más esas indagaciones".

"Es verdad que a veces lo que gusta, o lo llamativo, es capturar la droga", señala Amaya Díaz, pero en cada investigación ven cómo utilizan una ingente cantidad de medios y cuentan con una fuerte posición económica cuando en su mayor parte trabajan en el mar, en el campo o tienen una pequeña tienda que no da para justificar tantos beneficios.

Por este motivo, la Udyco incide en la necesidad de impulsar todavía más esta labor de investigación sobre los patrimonios de los implicados en operaciones de narcotráfico y resalta además que las modificaciones legales realizadas en 2015 son "un paso y un avance muy importante" a la hora de poder combatir delitos como el blanqueo de capitales.

Sin ostentación

En este sentido, Diego Amaya reconoce que la situación en la comunidad gallega sí cambió en cierto modo con respecto a aquellos inicios en los que los grandes capos del narcotráfico hacían ostentación de poder y medios. Grandes casas, coches y lujos.

"Es verdad que ahora son más comedidos, ahora que a la gran casa de piedra construida con el granito más caro que se pueda sí que les cuesta renunciar, es algo que casi nunca falla", indica este jefe de la Unidad de Drogas y Contra el Crimen Organizado.