A nueve meses de las elecciones municipales, En Marea retoza en el diván sin ser capaz de sellar las grietas internas abiertas tras su nacimiento hace dos años. Los críticos con la dirección de Luís Villares exigen la "recuperación de la pluralidad" de la confluencia y huir de un "partido vertical de corte clásico", algo que entienden pretende la cúpula. Al frente de esas críticas se sitúan los grupos de los tres alcaldes rupturistas que impulsaron el partido instrumental, Martiño Noriega (Santiago), Jorge Suárez (Ferrol) y Xulio Ferreiro (Marea Atlántica).

Esta propuesta fue plasmada en un documento tras la reunión de la llamada "Mesa pola confluencia" el martes, la iniciativa propuesta por el alcalde de Santiago, Martiño Noriega, para recomponer la unidad de la segunda fuerza del Parlamento gallego, quebrada en dos bandos y en el que existen divergencias sobre la estrategia política a seguir.

Los participantes en la reunión fueron representantes de Anova, Esquerda Unida, Podemos, Compostela Aberta, Ferrol en Común y Marea Atlántica.

En el documento, se insiste en la necesidad de "reconocer los elementos y organizaciones que conforman la unidad popular" y diferenciar la creación del partido En Marea con la asunción de una estructura clásica.

"Es necesario diferenciar entre el formato legal del sujeto y la articulación orgánica del espacio de unidad popular, que no siempre tienen que coincidir", expone el documento.

El texto evidencia el pulso planteado por los tres alcaldes autodenominados "rebeldes" a la dirección de Villares y su origen se encuentra en abril del año pasado.

El que fuera candidato a presidir la Xunta de En Marea y los principales grupos impulsores de la confluencia (las cúpulas de Anova, EU o Marea Atlántica, por ejemplo) compartieron lista interna en la elección de los órganos de dirección. Pero Villares se topó con el veto de sus socios a que accediese a la Portavocía única, evidenciando ya su falta de sintonía.

Molesto por el agravio, Villares decidió romper con ellos y aliarse, junto a sus fieles, con los sectores minoritarios, compuestos, principalmente, por críticos de Anova y el colectivo Cerna, escisión del partido fundado por Beiras.

La coordinadora, la ejecutiva que dirige el partido, quedó en manos de Villares, nuevo portavoz, y los suyos. Y los antes socios y desde entonces críticos dejaron de acudir al Consello das Mareas, el órgano máximo del partido.

Conflictos como el de Paula Quinteiro, la diputada que se negó a dimitir tras un altercado con la Policía pese a que se lo pidieron las bases en una polémica consulta rechazada por parte del partido, o la postura de Podemos, rechazando el modelo actual de En Marea y reclamando presencia en las listas municipales mediante coaliciones, fueron sumando intensidad al enfrentamiento interno.

El alcalde de Santiago, Martiño Noriega, pidió integración en la dirección de En Marea y para ello impulsó la citada "Mesa para a confluencia", en la que los tres referentes municipales del espacio rupturista -los alcaldes "rebeldes"- plasman, mediante sus respectivos grupos políticos, su crítica a Villares.