Quedarse incomunicados por los temporales de nieve de invierno es una situación habitual para vecinos pueblos de montaña y del rural del interior gallego. Y en muchos de ellos ni siquiera es necesario que llegue el mal tiempo para que la dificultad de acceso mantenga a sus habitantes aislados de los principales servicios. Los carteros del rural -galardonados este año por la Xunta con las Medallas Castelao- hacen centenares de kilómetros cada día por una geografía dispersa para llevar la correspondencia. Pero en un futuro el cartero ya no llamará dos veces -como el título de la película- sino que las cartas llegarán por el aire en drones. Ese es el plan de Correos.

Si en 2015 ya se realizaron pruebas de vuelo de drones convencionales en la localidad asturiana de Sotres, en el corazón de los Picos de Europa, ahora la compañía ha comenzado a probar los híbridos, que combinan la tecnología de propulsión avión y multirrotor y permiten volar hasta cinco veces más lejos cubriendo largos recorridos en un solo viaje.

El uso de algunos de estos nuevos dispositivos se ensaya en la localidad lucense de Castro de Rei, en las instalaciones del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial en el aeródromo de Rozas. Con la ayuda de estos drones, Correos pretende avanzar en el reparto a zonas aisladas "sin exponer la seguridad de los carteros", ya que pueden alcanzar una velocidad de 100 km/h y son capaces de soportar vientos de hasta 40 km/h. Los vecinos podrían recibir sus cartas o pequeños paquetes tanto desde el aire -pero no a través de palomas mensajeras como antaño- o delante de sus casas porque el espacio de carga de estos drones para acoplar los envíos permite realizar entregas tanto lanzándolas desde altura o entregándolas en tierra.

Las posibilidades de uso de los drones carteros se van más allá del envío de correspondencia. Desde Correos destacan que, "con sus características estructurales y aeronáuticas actuales", estas aeronaves podrían realizar con seguridad tareas de transporte en situaciones de emergencia para repartir medicamentos, balizas o desfibriladores, un servicio muy necesario en el rural gallego con núcleos aislados o con dificultades de accesibilidad.

Al mismo tiempo que Correos apuesta por la modernización con las nuevas tecnologías, la plantilla exige a través de un calendario de movilizaciones que se mantenga un servicio público postal, que en su opinión, el Gobierno anterior desmanteló con la destrucción de 15.000 empleos, 700 de ellos en Galicia y de los que 300 cubrían áreas rurales.