Las acciones del pasado pueden pesar como una losa en la sobreexpuesta vida de la era digital, avisa Alberto Andreu, doctor en Economía y licenciado en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI-ICADE) y MBA por el IE Business School, especializado en entender el comportamiento de las organizaciones, a las que aconseja actuar éticamente para garantizar su rentabilidad. A los políticos les hace la misma sugerencia, convencido de que el descrédito les llega a los que incumplen las promesas en estos tiempos en los que la sociedad reclama valores, justicia y sostenibilidad. Andreu impartirá en Madrid, a partir de octubre, con la Universidad de Navarra un máster en reputación corporativa.

-¿Perdió Mariano Rajoy su reputación por la sentencia de Gürtel ?

-Los grandes escándalos de reputación no suelen producirse el día que estalla la noticia sino cuando se deja de gestionar de manera preventiva lo que pasa a tu alrededor. Gürtel evidenció que el PP carecía de un mapa de riesgos y de un plan de contingencia para atajar este tipo de escándalos y cuando estalló la bomba prefirió mirar para otro lado y volverse cada día más vulnerable.

-¿Por qué es tan mala la calidad reputacional de los políticos españoles?

-El principal descrédito político viene del incumplimiento de las promesas electorales, por eso sería muy conveniente hacer un seguimiento de esos compromisos y exigir una rendición de cuentas a los que los hacen.

-¿Se la juega Pedro Sánchez al haber asegurado que no negoció nada con los independentistas y los populistas?

-Se la jugará si se demuestra que ha mentido.

-¿Tendrían que irse para casa Pablo Iglesias e Irene Montero, denunciadores de la casta, por comprarse un casoplón, como tuvo que hacer Cristina Cifuentes por el vídeo de las cremas?

-El descrédito tiene que ver con un incumplimiento de compromisos y esta casa no está vinculada a ninguna promesa previa. Es una incoherencia, pero no han mentido.

-Tampoco tenían nada que ver con un programa electoral el caso del máster universitario de Cifuentes o su vídeo de las cremas.

-Exacto. El vídeo de las cremas lo que le produjo fue un descrédito personal. Las nuevas tecnologías nos hacen cada vez más vulnerables a acciones del pasado. Vivimos bajo un techo de cristal.

-¿Cómo va digiriendo la sociedad el escándalo sexual protagonizado por directivos de Oxfam que contrataron prostitutas en Haití inmediatamente después del terremoto que abatió el país hace ocho años?

-Lo primero que se hizo en el Reino Unido fue controlar el dinero público que reciben las oenegés. Oxfam sobrevive ahora con una mano atada a la espalda.

-Oxfam congrega nada menos que a diecisiete organizaciones no gubernamentales dedicadas a labores humanitarias para combatir la pobreza y el sufrimiento. ¿Estamos ante un hecho aislado?

-No. Hasta los cascos azules de Naciones Unidas se han visto envueltos en escándalos que ponen en evidencia la pobreza en algunas ocasiones de la naturaleza humana.

- ¿Qué ha fallado en una organización que debería ser ejemplar?

-Fallaron los controles y no escuchar o mirar para otro lado cuando les llegaron denuncias internas y externas. No fueron ejemplares al cortar ciertos comportamientos inapropiados y no supieron lidiar el problema. Se dejaron arrastrar a la espera de que esos comportamientos no se conocieran.

-¿Qué está haciendo Oxfam para recuperar la reputación perdida?

-A los diez días de estallar el escándalo elaboraron un plan de acción que colgaron en su página web para la revisión de los controles internos, exigir responsabilidades y rendir cuentas, sobre todo del dinero público que utilizan. Ahora veremos si cumplen ese plan porque harían muy mal si pensaran que este ha sido un incidente mediático que la gente ya ha olvidado.

-¿ Molesta este Tercer Sector a los gobiernos y a las grandes corporaciones que podrían estar echando ahora leña al fuego para desactivar sus críticas y desacreditarlo?

-Está claro que no son organizaciones complacientes con los gobiernos y con las grandes empresas. Pero, en cualquier caso, hay que conocer muy bien a quién tienes en tu organización para evitar que acciones inapropiadas acaben con tu reputación y te deslegitimen moralmente. Los escándalos casi siempre los detonan personas de tu entorno.

- A los políticos les corresponde legislar. ¿Qué están haciendo para tratar de dificultar actuaciones delictivas como las descubiertas en Oxfam?

-La Unión Europea ha legislado mucho al respecto y con la reforma del Código Penal en España de 2015 se ha avanzado en la persecución de delitos de empresas relacionadas con cuestiones ambientales, de corrupción o sexuales. Antes no se podía condenar a una empresa, ahora sí, y el que suele acabar en la cárcel es el consejero delegado de esa empresa si no demuestra que hizo todo lo que estuvo en sus manos para evitar un delito.

-¿Por qué compara usted este escándalo con el de Enron?

-Porque el origen de los escándalos reputacionales es siempre el mismo: una cultura inadecuada de algunos de los miembros de las organizaciones afectadas. Después de Enron se impulsó una legislación para que todas las corporaciones y oenegés fueran transparentes, sobre todo en el uso del dinero público. Ese caso cambió totalmente los controles de transparencia y del gobierno corporativo de las grandes compañías.

-¿Cómo recuperarán las oenegés la legitimidad que ahora tienen tan seriamente tocada?

-Dándose cuenta de que aunque trabajen por buenas causas necesitan la verificación de un tercero para garantizar su transparencia en la gestión.

-¿Es #MeToo un movimiento de reivindicación reputacional de la mujer?

-Es un movimiento de reivindicación muy necesario para romper silencios y luchar contra el abusador. La pérdida reputacional no era de la mujer sino del que la acosaba.

- ¿Están aprendiendo las empresas españolas que la ética ayuda a triunfar o, por el contrario, la siguen considerando un obstáculo para conseguir mejores resultados?

-Sí, y ven que la ética a corto plazo resta ganancias, pero actuar sin ella es como doparse, llegar a la línea de meta para después acabar siendo pillado. Las empresas que quieran sobrevivir tienen que pensar en el largo plazo y ver claramente la rentabilidad de la ética.

-¿Cómo deben responder las empresas ante los avances del consumo ético, que exige, además de calidad en el producto, luchar contra la injusticia y favorecer el medio ambiente?

-Con honradez y sin postureo o marketing, que es mucho de lo que ha habido hasta ahora.