La hipoteca de la casa, el préstamo del coche, las deudas del negocio familiar o el gravoso impuesto para los legados de tíos, hermanos o amistades son los motivos que están detrás de cada no que se dice a un testamento. La exención fiscal aprobada por la Xunta en 2016 solo afecta a herencias de menos de 400.000 euros (excluida la vivienda habitual del fallecidos) pero se limita a beneficiarios en línea ascendente y descendente (padres-hijos, abuelos-nietos y cónyuges). Pese a la recuperación económica y estas rebajas en el impuesto de Sucesiones, son cada vez más los contribuyentes que reciben bienes de familiares lejanos -tíos solteros- o incluso de sus padres o parejas pero con tales cargas financieras que renuncian al piso, la casa en la playa, el coche, las joyas o el dinero en el banco porque la herencia no les compensa lo que tienen que desembolsar. Bien por la elevada cuota tributaria a la que tienen que hacer frente en el caso de sobrinos, hermanos o amigos o bien por las deudas y facturas que hijos o cónyuges del fallecido deben asumir al aceptar el testamento.

En solo diez años, más de 16.000 herencias fueron rechazadas en Galicia. El arranque 2018 batió un nuevo récord, con 670 renuncias a legados en el primer trimestre, lo que supone una media de 7,4 gallegos que rechazan cada día a la apertura de un testamento y casi un 7% más que el mismo periodo del año pasado (628), según el balance del Colegio Notarial de Galicia.

Este volumen de renuncias en tan solo tres meses supera las contabilizadas un año antes del estallido de la crisis: 544 en todo 2007, con una media de 1,4 al día. Y son ya el triple que las registradas en plena recesión -entonces había una media de 2,4 diarias-, cuando se suponía que recibir un legado era un balón de oxígeno al disponer de un patrimonio del que poder tirar para hacer frente a las facturas acumuladas o, simplemente, vivir de una manera más holgada.

Pero ni la mejora económica ni las exenciones fiscales en el impuesto de Sucesiones en Galicia han logrado poner freno a las renuncias a herencias. La tendencia se ha mantenido al alza de manera ininterrumpida. Estos datos, según apuntan desde el Colegio Notarial de Galicia, confirman que "todavía no han desaparecido del todo las circunstanciase económicas que muchas veces son determinantes de la decisión de renuncias", y también que los gallegos "son cada vez más prudentes o puntillosos" a la hora de valorar la conveniencia o no de aceptar una herencia. Si el fallecido tiene deudas -aunque se trate de los padres o los cónyuges, cuyas herencias están exentas del impuesto de Sucesiones- o se trata de un legado de parientes de tercer grado y ulteriores (tíos-sobrinos, bisabuelos, hermanos o primos) o extraños no familiares es suficiente para pensárselo dos veces antes de aceptar. Toca echar cuentas y comprobar si los bienes legados bastan para hacer frente a las facturas que deja el fallecido o a la carga fiscal que se debe asumir cuando la herencia procede de un tío o un conocido.

2012 marcó una nueva etapa al superarse por primera vez la barrera del millar de herederos que dijeron no a los bienes legados (1.288). Y solo dos años más tarde, la cifra casi duplicaba con un total de 2.049 herencias desestimadas en la comunidad. Solo los tres últimos años, se registraron más renuncias -casi 7.200- que las contabilizadas en los siete ejercicios precedentes, de 2007 a 2013, con apenas 6.900.

De los 670 testamentos rechazados en la comunidad entre enero y marzo, A Coruña lidera la tabla autonómica con 289 (el 43% del total en Galicia y casi el mismo balance que el mismo periodo del ejercicio pasado -283-). Le sigue en la lista Pontevedra, con 243 renuncias (el 36% de toda Galicia y con un repunte de casi el 30% respecto al primer trimestre de 2017 -entonces se contabilizaron 190-). Las cifras son mucho más bajas en Lugo (83) y Ourense (55); y en ambas provincias hubo un descenso de renuncias en relación al año pasado, con una caída de casi el 12% y el 10%, respectivamente.

A la par que se disparan las renuncias, las herencias en vida se han incrementado desde 2016, año en el que la Xunta aprobó la reforma fiscal en el impuesto de Sucesiones y el Tribunal Supremo declaró exentos los pactos sucesorios de la tributación en el IRPF. La práctica totalidad de transacciones de bienes en vida son de padres a hijos ya que las exenciones tributarias promovidas por Facenda solo son para herederos en línea ascendente y para legados que no superen los 400.000 euros. Sin embargo el tributo se mantiene, y con tarifas más gravosas -a las que además hay que aplicar un coeficiente multiplicador, que varía según el patrimonio del heredero o legatario-.

En solo dos años, desde que el Ejecutivo gallego aprobó las rebajas fiscales en el impuesto de Sucesiones fueron casi 36.000 los gallegos que testaron en vida para esquivar el pago de impuestos. Unas cifras que se traducen en más de 40 pactos sucesorios cada día, el doble que antes de la reforma autonómica para legados inferiores a 400.000 euros y de la exención del IRPF.