Apenas dos meses lleva en funcionamiento la Axencia Galega de Calidade Alimentaria (Agacal), un organismo que sustituye al antiguo Instituto Galego de Calidade Alimentaria (Ingacal) y cuya misión será promocionar y proteger la calidad diferenciada de los productos gallegos amparados bajo las indicaciones geográficas y las denominaciones de origen protegidas, tanto las veteranas como las que están por venir, que serán precisamente las que necesiten más apoyo. En un mismo organismo se agruparán además todas las competencias relacionadas con la formación y la aplicación del I+D+i al agro. De su dirección se encarga Manuel Rodríguez Vázquez, que hasta la aprobación de su nombramiento el pasado mayo ocupaba el puesto de jefe territorial de Medio Rural en la provincia de A Coruña. En esta etapa al frente de este nuevo organismo se propone como reto concienciar a la sociedad del compromiso que adquiere con el rural gallego cada vez que compra un producto de calidad.

- En un momento en el que la sociedad apuesta por comer bien y apostar por productos de calidad, ¿es el mismo concepto de calidad alimentaria el que tienen los consumidores cuando hacen la compra que con el que trabajan desde la Administración?

-Decantarse por la calidad no es solo escoger solo un producto sino adquirir un compromiso con un modelo y con nuestro rural. La sociedad tiene que darse cuenta de que cuando compra un producto de calidad está ayudando a que haya actividad en el rural, y en concreto, la zona en el que vive ese productor. El compromiso tiene que venir por las dos partes porque la administración y los productores también tenemos que garantizar la trazabilidad de un artículo que aporte algo diferente que se pueda demostrar.

-¿Qué beneficios tiene ese compromiso recíproco?

-Por ejemplo, cuando se compra un tarro de Indicación Xeográfica Protexida IXP Mel de Galicia a un operador de una montaña del interior gallego, se hace mucho más que comprar un tarro de miel. Con este gesto el consumidor también se está ayudando a sí mismo a sostener un rural que al consumidor le gusta ver cuando lo visita e incluso está de forma implícita luchando contra los incendios.

-¿Son los sellos de calidad la fórmula para lograr ese objetivo?

-Las indicaciones geográficas y las denominaciones nacieron también con esa voluntad y, por eso, se acredita el lugar de origen. Es algo más que producir con calidad.

-¿Va también en esa línea el futuro decreto sobre los productos artesanales?

-Por supuesto. Con este decreto se persigue el mismo objetivo que con la mayoría de los proyectos avalados desde la Agacal: lograr un compromiso con el rural. Es una de nuestras iniciativas más ilusionantes porque se trata de un concepto similar al de las indicaciones geográficas y las denominaciones de origen pero sin que los productos estén vinculados a una zona, ya que lo que se requiere es que sean pequeñas y medianas empresas que fabriquen productos artesanos. Son alimentos de alta calidad que se distinguen por su proceso de fabricación al tiempo que se reconoce el trabajo de los artesanos.

-¿En qué fase se encuentra la norma?

-Ya está en su última fase y está previsto que se publique antes de final de año para poder desarrollar todos los productos que se quieran adherir, desde cárnicos y embutidos hasta conservas o artículos de pastelería.

-Los consumidores apuestan por la calidad y además por la agricultura ecológica que ha registrado un boom imparable, ¿el plan estratégico de la Xunta aún contempla más margen de crecimiento en este sector?

-No hay techo para la agricultura ecológica. Son productos que una buena parte de la población demanda cada vez más y Galicia cuenta con características inigualables para su desarrollo. Las cifras aún tienen mucho margen para crecer porque el mercado va hacia una producción sostenible que ofrezca productos diferenciados no low cost y que aporten un valor añadido. Y a través del plan estratégico sobre este sector se persigue, igual que con los productos amparados bajo marcas de calidad, controlar que la producción cumpla todos requisitos que se exigen en este ámbito.

- ¿Por qué es tan importante la apuesta en la calidad en una comunidad como Galicia con un sector primario tan destacado?

-Galicia es una de las regiones europeas con más cantidad y diversidad de productos de calidad y así lo demuestran que estén amparados por 36 indicaciones o denominaciones de origen. A nivel nacional muchos de nuestros productos son referentes y aunque queda mucho camino por andar también se ha avanzado mucho. Un buen ejemplo es la Ribeira Sacra que ya no solo es conocida por sus vinos, sino que ha aprovechado ese motivo para ir más allá y convertirse en una referencia a nivel paisajístico y de desarrollo rural.

-Una de las líneas de trabajo de la Agacal es la I+D+i, ¿qué aporta la investigación al agro galle go?

-No se puede hablar de calidad acreditada sin innovación e investigación porque engloba todo el trabajo que hay detrás del éxito de un producto. Por eso, desde la Agacal se va a insistir en la formación y avanzar en la investigación desde nuestros centros como el Centro da Carne de Ourense, el Centro de Experimentación y Formación Agroforestal de Lourizán, el Laboratorio Agrario e Fitopatolóxico de Galicia, el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo o la Estación de Viticultura y Enología de Galicia, todo un referente en el sector. Eso permite investigar en múltiples áreas como las variedades forrajeras, elaboraciones cárnicas, derivados lácteos o especies forestales.

-¿So n compatibles la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías en un rural que se ha vinculado siempre a lo tradicional?

-Tiene que ser serlo. Cuando se habla de algo tan familiar como las variedades de vino se desconoce el trabajo que hay detrás durante años para analizar multitud de variedades genéticas. Para disfrutar de una buena copa de vino hay que hacer antes mucha investigación. Además, este trabajo ejerce una labor importantísima para el rural gallego porque permite modernizarlo al actuar como un observatorio mundial de lo que se hace en otros países para estudiar cómo puede traducirse en proyectos para nuestro sector agrario.

- ¿Cómo se puede controlar la calidad alimentaria para evitar fraudes como la trama del jamón?

-La mejor forma para reducir el número de sanciones es garantizando que el compromiso de los operadores con la calidad sea constatable y los productos cumplan lo que pone en su etiqueta. Los controles y tomar medidas drásticas cuando no se cumple la norma también es necesario para mantener ese compromiso de los productores avalados por sellos de calidad.

-¿Ha calado entre los productores la regulación de la venta directa de alimentos primarios en los cuatro años que lleva en funcionamiento?

-Se trata de una norma que tiene un recorrido largo pero es cierto que no se consigue cambiar hábitos y costumbres en poco tiempo, por lo que estas leyes nunca funcionan a corto plazo pese a las sanciones que se hayan podido aplicar. La sociedad tiene que concienciarse de que la calidad no solo basta con airearla sino que hay que constatarla y, por eso, los productores deben adaptarse a este nuevo sistema que les obliga a acreditar la procedencia de los alimentos que venden.

-En ese d ecreto se excluía la leche como producto autorizado a la venta directa, ¿es eso lo que ha permitido que en Galicia no haya polémicas como en Cataluña?

-No tiene sentido vender leche cruda en la calle y es un error que cualquier norma de cualquier administración permita la comercialización de este producto en mercados sin garantías.