El dato es del Banco Mundial: de los cerca de 120 millones de personas que realizan en la pesca extractiva y en áreas relacionadas con esta actividad su tarea profesional, el 47% son mujeres cuyo trabajo tiene que ver, mayoritariamente, con la transformación y la comercialización de los productos pesqueros.

Ahora que en España el Gobierno que preside don Pedro Sánchez argumenta en el feminismo una de sus prioridades, no sería malo que tuviese en cuenta la importancia vital de la mujer en el sector de la pesca y el marisqueo y la necesidad de romper, de una vez por todas, con las barreras de género que todavía existen para que precisamente la mujer pueda poner en valor su trabajo.

Desde hace muchos años resuenan en el hemiciclo del Congreso de los Diputados (también en el del Senado) voces que demandan atención a la mujer de la pesca, cuyas prestaciones en diversos aspectos del sector pesquero resultan fundamentales para su existencia. De ahí que no extrañe que el Palacio de Congresos y Exposiciones de Santiago de Compostela se convierta, entre los próximos días 5 y 7 de noviembre, en el barco del debate de temas tan actuales como son el papel de la mujer en la pesca, la acuicultura y la diversificación pesquera, las condiciones laborales (no siempre tenidas en cuenta), la sostenibilidad o el Crecimiento Azul. Será en el transcurso de la I Conferencia Internacional de Mujeres de la Pesca que organiza la Secretaría General de Pesca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en colaboración con la FAO y la Xunta. En esta conferencia internacional el objetivo es alcanzar propuestas y compromisos en favor del sector pesquero y, de forma clara, de las mujeres que trabajan en él.

Y es que, se quiera o no, la participación de la mujer en el sector productivo de la pesca es imparable y, además, necesario.

Esto no es nuevo. Lo que ocurre es que, hasta hace bien poco, se ha valorado mínimamente dicho papel. Y aunque en la actualidad sería imposible pensar en un desarrollo sostenido del sector sin contar con la mujer en la práctica totalidad del ámbito pesquero, no hay que echar la vista muy atrás en el tiempo para constatar cómo eran injustamente tratadas, cuando no apartadas incluso por los estatutos de las organizaciones -caso de las cofradías de pescadores respecto de la integración en ellas de las mujeres por su condición de mariscadoras- en la comunidad gallega, o en la de Valencia cuando la mujer intentó -durante años infructuosamente- acceder no ya como directivas sino simplemente como integrantes en las organizaciones pesqueras siempre dirigidas e integradas por hombres. Ni siquiera se les permitía tripular embarcaciones en las que, a pesar de todo, la presencia de la mujer era habitual.

Casi 60 millones de mujeres vinculadas al sector pesquero en todo el mundo es una fuerza imparable. Aunque, en el caso español, la visibilización de la mujer en el mismo sector, si bien avanza paso a paso, queda reducido a su participación en las tareas de decisión de buen número de cofradías de pescadores, el marisqueo, las conservas y como rederas, mientras se abren camino en el mundo de la dirección empresarial pesquera e incluso entre los tripulantes de barcos de altura o gran altura en su condición de mandos intermedios.

En noviembre, un empujón más. Y que el Gobierno de turno se entere de que la mujer pide y tiene su sitio en el sector.