Hace dos años, la cosecha de castañas en Galicia fue muy buena. El año pasado, debido a las heladas primaverales y a la sequía, malísima. Y para la de este año, que arrancará esta semana, se prevé que sea mejor que la del año pasado, pero un tercio inferior a la media de la última década. "Es complicado saber el volumen de castañas que se va a recoger porque están dentro del erizo y puede haber una, dos o tres castañas, pero la previsión es que sea entre un 30% o un 40% inferior a la media de la última década", aseguran desde el consejo regulador de la Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Castaña de Galicia.

Dos son las causas de esta reducción de la producción. Por una parte, la climatología y, por otra, la presencia de la avispilla del castaño que afecta ya al 90% del territorio gallego. "La recogida lleva unas semanas de retraso por culpa del tiempo. Prácticamente todos los cultivos vienen con retraso este año. También le pasa al vino debido a las lluvias de primavera. La floración ya vino con retraso y eso ha afectado a todo el proceso y a la caída de la producción", explican de la IXP Castaña de Galicia.

Los productores aseguran que si la lluvia aparece antes de que comience la recolección aún se podrá conseguir una buena cosecha, aunque será inferior a la media de los últimos años. Sí será mejor que la del año pasado. Pero tampoco hacía falta mucho. Los productores aseguran que, de las campañas que recuerdan, la de 2017 fue la peor. Facturaron 20 millones de euros, cuando un año normal consiguen entre 30 o 40 millones.

La otra causa de que la cosecha no vaya a ser como en años anteriores es la presencia de la avispilla. Este año, la plaga se dejará notar por primera vez de manera importante en la cosecha. Los productores insisten en que el insecto afecta a la cantidad de castañas que se pueden recoger, nunca a su calidad. Puede haber menos castañas en el mercado, porque la avispilla debilita los árboles, pero las que se venden tienen la misma calidad de siempre.

La plaga, detectada en 2014 en dos focos principales -Ourense y Lugo-, ya se ha extendido al 90% de las plantaciones de la comunidad, la primera en producción de castañas de España.

El único sistema conocido para combatir la avispilla consiste en la lucha biológica a través de la liberación de un insecto: el Torymus sinensis. El himenóptero parasita las puestas de huevos de la avispilla y limita su proliferación en los bosques de castaños. Es efectiva pero no acaba con ella de inmediato, ya que es a largo plazo. El año que viene se espera que su impacto sea aún mayor que en la actualidad.

Para tratar de combatir la plaga, la Consellería de Medio Rural ha reforzado la lucha contra el insecto. Pero se ha encontrado con dos problemas. El primero es que el Ministerio de Fomento no autoriza las sueltas masivas del antídoto, sino que tienen que ser controladas. El segundo es que al ser una plaga de alcance europeo no existen suficientes Torymus sinensis en el mercado. La Xunta quería haber soltado este año 1,6 millones de parásitos, pero al final solo ha podido comprar la mitad. En 2015 tan solo se liberaron 1.500 ejemplares, pero en 2016 ya fueron 65.500 y el año pasado se alcanzaron los 133.000.

La Xunta reconoce que la lucha biológica mediante la liberación de este parásito es el sistema más eficaz para hacerle frente a los daños causados por la avispilla y por ello ha reforzado el control para erradicar la plaga, cuya expansión desde que se detectaron los primeros positivos hace cuatro años han sido meteóricos. De los 44 confirmados en 2014 en Lugo y Ourense, se pasó a los más de 4.100 en 2017, cuando la avispilla saltó a la gran zona productora de castañas: el oriente de la provincia de Ourense.