Galicia tiene la mitad de los núcleos de población de toda España: un total de 30.246. Pero el abandono del rural está convirtiendo las aldeas gallegas en un erial. Más de 1.700 están ya deshabitadas, pero hay otras 9.226 que ya tienen menos de diez vecinos, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En estos pueblos todavía resisten unos pocos, pero la gran mayoría son de edad avanzada. Cuando ellos mueran, nadie impedirá que la maleza se adueñe de sus casas y que la hierba cubra los caminos. Los jóvenes se van a donde hay trabajo y se concentran en las urbes y las cabeceras de comarca. Los esfuerzos de la Xunta para evitar la despoblación de los pequeño ayuntamientos, con una política de impuestos cero en el rural, no han conseguido todavía revertir la situación.

En una década casi medio millar de aldeas se han quedado deshabitadas en Galicia. En el último año se han vaciado una treintena. Eso significa que cada mes entre dos y tres de estos pueblos engrosan la lista de núcleos abandonados en la comunidad. El grueso está en la provincia de Lugo, con un total de 779, seguida A Coruña, con 622, en Pontevedra 168 y en Ourense, 157.

Y esta despoblación tenderá a agravarse si se tiene en cuenta que en un tercio de todos los núcleos de población de Galicia ya baja de los diez vecinos. Están en esta situación 4.428 pueblos de Lugo, 2.860 de A Coruña, 1.001 de Ourense y 937 de Pontevedra. Si no se pone remedio, su desaparición es cuestión de tiempo.

Lugo es la provincia más afectada por este abandono en la comunidad gallega. Concellos como Vilalba, Palas de Rei o Ourol tienen en su término municipal más de 200 núcleos de población abandonados o al borde de la desaparición (con menos de diez habitantes).

En la provincia de A Coruña destacan tres concellos: Ortigueira con 286 núcleos vacíos o de menos de diez vecinos, As Pontes con 217 y Oza-Cesuras, con 162.

En Pontevedra el problema se concentra en el interior. A Cañiza es el ayuntamiento de la provincia con más aldeas vacías o a punto de quedarse deshabitadas (tiene 151). En Lalín hay otras 76 y en As Neves 75.

Ourense, a pesar de su elevado envejecimiento poblacional, tiene un rural con mejor salud que Lugo o A Coruña. El mayor número de núcleos fantasma o al borde de la desaparición están en San Amaro (76) y en Castro Caldelas (70).

La despoblación del rural se ha duplicado además en los últimos ocho años. Según los datos del Ministerio de Agricultura, en este periodo la caída de habitantes ha sido del 10,5% (85.361 personas menos), casi el doble que el descenso de un 5,9% sufrido en el periodo 2000-2008.

La situación es más grave en Galicia que en otras comunidades autónomas. De hecho, es la segunda autonomía con más pérdida poblacional en el rural, tan solo por detrás de Cantabria.

Si cada vez hay más aldeas abandonadas es por el elevado envejecimiento poblacional y la fuga de jóvenes a las ciudades, pero también se explica por una elevada dispersión geográfica que hace difícil y costoso prestar servicios en todos estos núcleos de población.

Como ejemplo: el gasto en transporte y comedor escolar en la comunidad gallega es el triple que la media estatal. De ahí precisamente que la Xunta insista en que la necesidad que el nuevo sistema de financiación autonómica pondere en su justa medida la dispersión de la población como criterio en el reparto de fondos.

Medidas

El Gobierno gallego intenta, en todo caso, contrarrestar la progresiva despoblación del rural. En 2016 puso en marcha un programa de impuestos cero en el rural. Esto supone exenciones fiscales para los que adquieran fincas rústicas y además los jóvenes, familias numerosas o hogares con alguna persona discapacitada tampoco tributarán por la compra de viviendas usada en el rural. El pasado año 17.000 contribuyentes se beneficiaron de estas medidas. A pesar de ello, la compraventa de tierras agrarias descendió un 20% en los dos últimos años.

La desertificación del rural lleva además aparejada una brecha territorial dentro de la comunidad entre el eje atlántico, que suma el 70% de la población y donde se concentra la generación de riqueza y empleo, y la Galicia interior, sin apenas industria y muy dependiente del sector agrario y ganadero.

Y las perspectivas demográficas no son nada halagüeñas para la comunidad gallega. De mantenerse las tendencias de población actuales, Galicia perderá cerca de 139.000 habitantes en los próximos 15 años. Es como si de un plumazo se borrase del mapa Arteixo, Oleiros, Culleredo y Cambre. El declive poblacional proyectado por el INE para 2033 hará retroceder el padrón gallego a niveles de 1979. Por el contrario, se prevé que España gane en 15 años 2,4 millones de habitantes.