Carreteras y corredoiras sin apenas tráfico, calles casi desiertas, aprovisionamiento de la despensa directamente de la huerta, el centro médico y la farmacia a kilómetros y sin una ruta de autobús que obliga a coger del taxi o, si hay, el coche particular, la peluquería también exige desplazamiento, la cobertura en el móvil falla? El rural gallego va camino de convertirse en un desierto demográfico, un declive que se agrava año tras año con la pérdida de población en el conjunto de la comunidad y el abandono del campo por parte de los más jóvenes. Donde hace décadas había grandes plantaciones de patatas o de maíz y prados en los que pastaban vacas y ovejas, hoy solo se ven matorrales, maleza y hierba seca. En las casas que hace años vivían familias de hasta seis miembros, abuelos, hijos y nietos, las puertas están ya cerradas y a las ventanas no se asoma nadie. Es el mapa de la Galicia vacía, con más de 1.700 núcleos de población abandonados, 9.200 aldeas con menos de diez vecinos y uno de cada tres concellos al borde de la desaparición.

En España, son casi 5.000 -más del 60% del total- los ayuntamientos con menos de 1.000 habitantes y solo concentran el 3,2% de la población. La radiografía de Galicia sitúa en rojo a 33 municipios, el 10,5% de los 313 concellos gallegos, y que apenas suman el 1% de los habitantes de toda la comunidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los jóvenes hacen las maletas en busca de trabajo y son cada vez más los que abandonan el rural. A los que la crisis no empujó a otras comunidades o al extranjero, se concentran en las ciudades y las cabeceras de comarca. Casi el 40% de los gallegos reside en las siete urbes. Pese a los esfuerzos de la Xunta por evitar la extinción de los pequeños ayuntamientos con una política de impuestos cero en el rural, no se ha conseguir revertir la situación.

El Gobierno central también se ha puesto a trabajar para atajar el "éxodo rural" que amenaza a todas las comunidades. Para la comisionada para el Reto Demográfico, Isaura Leal, el problema no está en el mapa municipal -en el número de ayuntamientos, que en España superan los 8.000- sino que es cuestión de prestación de servicios y de igualdad de oportunidades, que solo se puede solucionar, reconoce, trabajando "de forma conjunta" entre todas las administraciones.

No hay comunidad autónoma a la que el abandono del rural, el envejecimiento y la población flotante no le haya causado un desangre con consecuencias demográficas, económicas y medioambientales.

Este camino hacia el invierno demográfico ha sido catalogada ya como "problema de Estado", aunque entre las más afectadas están Galicia, Asturias y las dos Castillas, Aragón y La Rioja, comunidades que han constituido un lobby para presionar al Ministerio de Hacienda por un nuevo modelo de financiación autonómica que tenga en cuenta el envejecimiento y la dispersión poblacional.

En siete comunidades, más de la mitad de sus municipios no pasan de los 1.000 habitantes. En Castilla y León son más de 2.000 los ayuntamientos que no superan esta cifra, casi el 90% de sus municipios (2.248). En Aragón, los pequeños ayuntamientos suponen casi el 86% del total (627 de 731) y en La Rioja un 84% (146 de 174). También son significativos los casos de Castilla-La Mancha y Navarra, ambos con casi un 70%, y Extremadura y Cataluña, con más de la mitad.

Proyecciones

Y las previsiones no auguran un futuro muy esperanzador. España perderá medio millón de habitantes en los próximos 15 años. En Galicia la sangría demográfica se traducirá en casi 139.0000 habitantes menos en 2030, el 5% de su población actual. Según las proyecciones del INE, la comunidad gallega sería la segunda que más vecinos perdería en términos absolutos (solo superada por Castilla y León, con cerca de 206.000 habitantes menos) y la cuarta en la que más caería en términos relativos por detrás de Castilla y León (-8,6%) Asturias (-8,5%) y Extremadura (-6,6%).

España es el país más despoblado de Europa. Las zonas rurales suponen la mayor parte del país. Y en ellas se esfuman, de media, cinco habitantes cada hora, según datos del INE.

En Galicia, la despoblación del rural se duplicó en los últimos ocho años al perder una media de 30 vecinos cada día. La estampida a las ciudades y el cada vez más elevado envejecimiento dejó a los pequeños concellos con 85.400 habitantes menos desde el año 2008 -como si de un plumazo desapareciese del padrón la tercera parte de la ciudad de A Coruña-, un pérdida poblacional que convierte a los municipios del rural gallego en los segundo del país con mayor descenso, solo por detrás de los cántabros.