Prudencia, responsabilidad y seguridad. Es la receta del Gobierno para frenar las negras estadísticas de tráfico en las carreteras gallegas. Tras el balance histórico alcanzado en 2017, con la cifra de fallecidos más baja en accidentes viarios, la comunidad cerró 2018 con 104 muertos en carretera, un 37% más que los 76 registrados el ejercicio anterior y casi el 9% de las víctimas mortales contabilizadas en todo el país -1.180-. Este balance se queda por encima del censo de conductores que representa Galicia en España: poco más del 6%. La comunidad gallega rompe así la tendencia a la baja experimentada en el conjunto del país, que registró 18 fallecidos menos que hace un año tras cuatro ejercicios de subida.

Junto con Galicia otras ocho comunidades sufrieron un aumento de la accidentalidad mortal: Aragón (6 fallecidos más), Asturias (5), Cantabria (2), Castilla y León (3), Cataluña (17), Navarra (13), Comunidad Valenciana (32)y País Vasco (1). Pero el reguero de víctimas que dejaron los accidentes de tráfico el año pasado coloca las carreteras gallegas en el segundo puesto del ranking nacional. Tanto en porcentaje (casi un 40% más), solo por detrás de Navarra (que pasó de 15 a 28 fallecidos, lo que supone un aumento de casi el 87%), como en cifras absolutas (28 más), solo superadas por las víctimas registradas en Comunidad Valenciana (133, 32 más que el ejercicio anterior), según los datos presentados ayer en Madrid por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el director de Tráfico, Pere Navarro.

Por provincias, A Coruña es la peor parada en las estadísticas de Tráfico, ya que suma el 43% de los fallecidos en toda la red viaria gallega. En 2018 las carreteras coruñesas dejaron 45 fallecidos, un 36% más que los 33 del ejercicio anterior. El mayor repunte se produjo en Ourense, con 15 víctimas mortales, más del doble que el año anterior. En Pontevedra, las salidas de vía, colisiones y atropellos dejaron 24 muertos, un 20% más que el año anterior. Y finalmente en Lugo se registraron 20 fallecidos, un 25% más que en 2017.

Ante estas cifras, el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, reconoció ayer su "preocupación" e insistió en que el objetivo es "llegar a las cero víctimas". Para tratar de reducir la accidentalidad viaria, en especial en las carreteras secundarias que son las que concentran el grueso de los accidentes mortales (más del 90%), recordó las campañas específicas de vigilancia de velocidad, el uso del cinturón o el estado de los vehículos, así como el control de las distracciones ante el aumento del uso de las nuevas tecnologías al volante con el objetivo de "mejorar los números" que este año han dejado los siniestros de tráfico. "Nuestra lucha depende del que coge el coche; hay que concienciarse: prudencia, responsabilidad y seguridad", advirtió el delegado del Gobierno.

En cuestión de semanas entrará en vigor la rebaja del límite de velocidad en las carreteras convencionales, que pasará de 100 a 90 kilómetros por hora. Con esta reducción en estas vías, consideradas las más peligrosas ya que, según apuntó ayer Losada, se conduce con "una seguridad pensando que es total porque [los usuarios] conocen" el recorrido, la DGT espera reducir un 10% los muertos en la red secundaria. En estas carreteras ocurre la mayoría de accidentes: en Galicia suponen más del 90% de los siniestros de tráfico mortales y en España casi el 75%. Losada confía en que la nueva limitación sirva para mejorar los datos de accidentalidad en las carreteras gallegas.