Durante la temporada de alto riesgo de incendios, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado peinan los caminos y pistas en busca de vehículos sospechosos y recorren las parroquias como medida de prevención. En el punto de mira están los incendiarios reincidentes o sospechosos de fuegos de años pasados. En torno a un centenar son sometidos a un plan de seguimiento, pero en el operativo de control de la Policía Autonómica hay un grupo más reducido al que se vigila de forma más específica. Se trata de casi una treintena de incendiaros de máximo riesgo sometidos a una vigilancia más exhaustiva en sus desplazamientos habituales.

El testimonio de los vecinos y las visitas al domicilio resultan cruciales en el dispositivo de vigilancia a los sospechosos de mayor peligrosidad.

Bajo el control de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad están los incendiarios que salen de prisión o del psiquiátrico tras haber cumplido condena, sospechosos de haber prendido fuego en un terreno próximo a su vivienda o en un concello limítrofe o aquellos vecinos que han sido vistos en varias localidades asoladas por las llamas. Este censo, en el que están un centenar de personas, comenzó a elaborarse tras la ola de incendios de 2006 que calcinó cerca de 100.000 hectáreas en los montes gallegos.