Las huertas familiares en Galicia tienen menos de diez hectáreas. La mayoría se dedican al cultivo agrícola (productos de huerto e incluso cereales) y también suelen dedicarse a la cría de pequeños animales domésticos como pollos, gallinas, conejos, cerdos y corderos. Aunque también hay extensiones agrícolas de entre 10 y 50 hectáreas, y de más de 50 hectáreas, las más rentables son las que tiene menos de 10 hectáreas. Son algunas de las conclusiones que recogen Emilio Carral Vilariño y Xoán Carlos Carreira, de la Escola Politécnica Superior de Enxeñería de la Universidade de Santiago en un estudio realizado sobre los huertos familiares en Galicia.

Aunque no todos los propietarios de una leira en la comunidad llevan sus productos al mercado, quienes sí lo hacen obtienen unos ingresos extra que le generan una mayor rentabilidad que las parcelas de mayor extensión. Así las de menos de 10 hectáreas, según apunta Carral Vilariño, permiten unos ingresos anuales de 3.000 euros de media, mientras que los costes de producción y los intermediarios dejan unos 950 euros para las explotaciones de 10 a 50 hectáreas de 360 euros en aquellas que superan las 50.

"Las huertas familiares son las que menos impacto ambiental generan, ya que quienes las cultivan no lo hacen en toda la superficie, sino que suelen dejar un 10% sin cosechar. Eso es fundamental para el medio ambiente, las aves, el control de las plagas...", destaca Carral.

Admite que esta actividad genera competencia, "aunque sea poco", pero ofrece ventajas ya que -detalla- permite asentar población en el rural, fomenta las relaciones sociales. Incluso, según destaca, supone un ahorro para el Estado ya que "mejora la salud de quienes se dedican a esta actividad, tanto física como psíquica". "Esa gente -destaca- va menos al Sergas".