Almudena Porras Ruiz es natural de Alicante, pero hace ya un lustro que está asentada en Galicia como integrante del Regimiento Isabel La Católica de la Brilat, con sede en la base General Morillo de Figueirido (Pontevedra). Ella es una de las 16 mujeres del Ejército de Tierra a las que el Ministerio de Defensa ha querido rendir homenaje por su "valor reconocido" en combate, coincidiendo además con el 30º aniversario de la llegada de la mujer a las Fuerzas Armadas.

En su caso, la distinción le llega por su intervención durante el asedio de los talibanes a una comisaría de la policía afgana en el que, junto a sus compañeros, se vieron obligados a combatir durante horas contra los insurgentes. Vaciaron muchos cargadores de munición hasta que lograron poner a salvo a los agentes locales que se atrincheraban en el pequeño inmueble de adobe, obligando a los atacantes a desistir de su acción gracias a la respuesta del grupo de militares españoles.

La imagen y las historias de estas 16 mujeres forman parte de un calendario y unas agendas editadas por el Ejército en las que ellas aparecen junto a algunos de los lugares más representativos de las ciudades en las que están enclavadas las unidades en las que sirven actualmente. En el caso de la cabo Almudena Porras, su mes es mayo y el marco es la fachada del convento de San Francisco, en A Ferrería. En la base General Morillo de Pontevedra, Porras Ruiz recordaba ayer que, en su caso, la aparición de su fotografía y su historia en este calendario es algo que recibe con honor, pero que también le causa cierta "vergüenza". "Me da cosilla", explica, y es que "la verdad es que es algo que pasó hace ya 11 años y ahora la gente se sorprende, y al enterarse te pregunta por ello" mientras ella insiste en que "nosotros vemos estas acciones como algo que forma parte de nuestro trabajo".

Ahora militar de la Brilat, en el momento en el que se produjo aquel enfrentamiento con los talibanes estaba desplegada en Afganistán con el Regimiento de Infantería Ligera Tenerife Número 49. Formaba parte de una rotación que aterrizó en territorio afgano en noviembre de 2007 y al poco de llegar ya tuvieron que afrontar esta difícil situación de combate. Fue el 27 de noviembre, sobre las ocho de la tarde, en un poblado del Valle del Golestán: "Me acuerdo bien porque empezábamos a planificar las guardias de la noche cuando vimos que la comisaría local comenzó a recibir fuego de la insurgencia", explica. Recuerda que su unidad se encontraba dando protección a un "poblado muy pequeño" en una "zona muy sensible" en el que "la policía afgana no estaba lo suficientemente asentada y la amenaza era inminente". La labor del contingente español era "acompañar a la policía afgana para que mantuviera esta posición y asegurar su presencia y darles apoyo" frente al avance de los talibanes. La cabo Porras Ruiz explica que pasaron bastante tiempo allí hasta que aquella noche del 27 de noviembre se produjo el ataque. "Nosotros estábamos un poco más elevados, estábamos en una base patrulla desde la que teníamos una visión de todo el poblado y de todos los frentes".

Explica que tras observar los primeros disparos sobre la comisaría local ya iniciaron el movimiento de aproximación hacia el lugar. "Y mientras lo hacíamos íbamos pidiendo la autorización al puesto de mando", relata. "Nos fuimos moviendo hacia la comisaría y una vez allí todo pasó muy rápido, comenzamos a responder al fuego enemigo y dar apoyo a la policía afgana", continúa. Fueron casi cuatro horas de combate, desde aproximadamente las ocho hasta las doce de la medianoche en la que, según las publicaciones del Ministerio de Defensa, cesaron los disparos tras el repliegue de los insurgentes talibanes. Sin embargo, este lapso de tiempo transcurrió a toda velocidad para Almudena Porras: "Lo que nos pareció un par de minutos luego nos dimos cuenta de que habían sido horas", indica. "Cuando paró todo comprobamos que todos estábamos bien y vimos que no había ninguna baja, ni entre los nuestros ni entre la policía afgana". Habían logrado su objetivo.

Fuego enemigo

¿Habrían corrido otra suerte los policías locales afganos sin su intervención? La cabo Almudena Porras no lo duda: "Seguramente sí", responde. "Los medios que tenían en aquel momento, comparados con los nuestros, no eran nada y además estaban rodeados", explica. Recuerda como los agentes locales "permanecieron dentro de la comisaría, un edificio que apenas era una casa con cuatro paredes de bloques de adobe". "Se quedaron dentro, no salieron en ningún momento y fuimos nosotros los que, cuando llegamos, le hicimos frente al fuego enemigo" que incluyó disparos de fusilería y morteros.

Esta cabo de la Brilat explica que momentos como esos "no piensas, solo reaccionas ante lo que te está pasando" y no da mucho tiempo a reflexionar sobre el peligro al que estás expuesto.

Aquella misión en Afganistán fue la única en la que participó, por el momento, Almudena Porras. Indica que las misiones en el exterior "son parte de nuestro trabajo". "Para mí aquella misión fue muy intensa" y reconoce que otros compañeros que luego regresaron a Afganistán en dos ocasiones más le reconocieron que aquella rotación fue especialmente compleja. "La añoro, pero fue muy intensa" y reconoce que ahora afrontaría una misión de este tipo desde un punto de vista diferente, pues entre tanto se ha convertido en madre. "Volvería a ir, porque me gusta, porque es mi trabajo; pero reconozco que sufriría más por mi hija", explica. De hecho, explica que todos los que se van, una vez en el escenario de conflicto, "sufren más por los que se quedan aquí que por ellos mismos". Recuerda que aquella misión se cerró con otros dos encontronazos más con la insurgencia talibán, pero aquellos episodios se los guarda para sí.

El calendario elaborado por el Ministerio de Defensa homenajea también a otra militar de la Brilat, Tamara Marquínez Teixeira, del Regimiento de Infantería Príncipe con sede en Asturias, y quien combatió en los alrededores de Ludina (Afganistán) en enero de 2011. Actualmente se encuentra desplegada con el contingente de la Brigada que está en Líbano. También incluye un recuerdo emotivo para otra soldado de la Brilat, Idoia Rodríguez Buján, la primera militar española fallecida en zona de conflicto.