Por tercer año consecutivo, las administraciones públicas gallegas incrementaron sus plantillas en 2018. Tras la caída abrupta del número de trabajadores que se produjo desde 2012, el empleo público en la comunidad se recupera y además ese aumento de efectivos es, hasta estos momentos, de calidad: crecen los trabajadores con contratos fijos y bajan los temporales.

Los distintos organismos públicos (Xunta, Estado, ayuntamientos, diputaciones y universidades) que hay en Galicia cerraron el pasado ejercicio con el segundo mayor número de empleados de los últimos seis años, según los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA).

A finales de 2018 había 190.400 personas que trabajaban en los organismos públicos de la comunidad. Son 2.000 más que un año antes. Este incremento de efectivos es el resultado del aumento de 3.400 contratos fijos y del descenso de 1.400 temporales.

Después del tijeretazo que sufrieron las plantillas del sector público gallego en el arranque de 2012 y que se alargó hasta mediados de 2013 (32.000 trabajadores menos en 18 meses, el 15,6% del total), el número de empleados se ha recuperado desde entonces después de encadenar tres ejercicios al alza.

La cifra tocó suelo a mediados de 2013 cuando se contabilizaron 172.900 (17.500 menos que ahora o el 10,1% menos).

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Pero desde principios de 2017 el incremento es sostenido. A finales del primer trimestre de ese año eran 173.900 empleados públicos. Desde entonces, el número ha aumentado en 16.500, hasta los 190.400 del cierre de 2018. La cifra más alta de efectivos de las distintas administraciones en Galicia se alcanzó a principios de 2012 con 204.900. Un 7% menos que los actuales.

Los 190.400 empleados que había a finales del año pasado es la segunda mejor cifra de los últimos seis años. La primera son los 194.700 que se contabilizaron a finales de junio de 2018.

Y este incremento viene de la mano de los contratos indefinidos, que son los que provocan el aumento de las distintas plantillas. De los 190.400 empleados, el 76,1% (144.900) son fijos y el 23,9% (45.500), eventuales. ¿Son buenas estas cifras? Si se comparan con el resto de comunidades lo son. Solo La Rioja, Madrid, Cataluña y Andalucía presentan un porcentaje mayor de fijos: 79,1%, 77,1%, 76,9% y 76,5%, respectivamente.

Pero no siempre ha sido así en el caso gallego, ya que ha mejorado en los últimos ejercicios. Por ejemplo, a mediados de 2017, el empleo temporal alcanzó la mayor cifra desde 2011. Entonces, de los 185.400 trabajadores públicos, 140.000 (el 75%) tenían contrato fijo, mientras que 45.400 (el 25%) eran temporales.

Por una parte, los 140.000 fijos suponían la cuarta cifra más baja desde que hay datos (año 2002). Solo les superaban los 134.100 de finales de 2016; los 135.100 del primer trimestre de 2017 y los 135.700 del segundo de 2017. Es decir, las cuatro cifras más bajas de empleados públicos con contrato fijo se contabilizaban en los dos últimos años.

Y por otra parte, los 45.400 trabajadores eventuales suponían el número más elevado de los últimos seis años. La última vez que las administraciones gallegas tuvieron una cifra tan abultada de empleados sin contrato fijo fue a finales de septiembre de 2011. Esta situación ha cambiado en los últimos años.

Indefinidos y eventuales

El mayor porcentaje de empleados públicos gallegos con contrato indefinido se dio a mediados de 2013 cuando alcanzó el 83,3%. Es decir, solo un 16,7% de los trabajadores eran temporales. Por el contrario, el menor porcentaje de fijos fue a finales de 2008 con el 69,7%. Es decir, casi un tercio eran eventuales. En 2018 esta cifra se redujo siete puntos.

Salvo algunas excepciones a comienzos de siglo, la mayor parte de los trabajadores públicos de las administraciones en Galicia son mujeres.

En 2018, casi seis de cada diez empleados son del sexo femenino. Las 111.600 mujeres que trabajaban a finales del pasado año es la cifra más alta desde 2011. Y la diferencia con los hombres (32.800) es la más alta desde que existen datos (2002).

Por el contrario, la menor se contabilizó a principios de 2013 cuando la desigualdad entre mujeres y hombres se redujo a 12.100. Desde entonces, casi se ha triplicado.