El año pasado, el frío motivó que casi hasta mayo no proliferasen las trampas para capturar reinas de Vespa velutina. Pero ahora ocurre justo lo contrario: las temperaturas máximas rozando los 20 grados en muchos lugares de la comunidad de los últimos días obligan a los apicultores a colocar ya sistemas de trampeo para frenar la expansión de esta invasora, que salió de su hibernación gracias al calor, causante también de la floración de árboles que les sirven de alimento.

El presidente de la Asociación Galega de Apicultores (AGA), Jesús Asorey, recomienda colocar las trampas con líquidos atrayentes junto a árboles exóticos, como las camelias. Tras salir de su letargo en los huecos de los árboles o grietas en el suelo, la reina, fecundada ya el otoño anterior, elabora un nido primario, del tamaño de una pelota de tenis y dentro del que pondrá sus primeros huevos. Al mes y medio salen las larvas, a las que alimentará sobre todo de insectos y de azúcares que encuentra en los árboles en floración. "Los líquidos atrayentes se usan a partir de ahora, mientras que las arpas eléctricas sirven para defender las colmenas de abejas durante el verano", explica Asorey. Por cada reina que se mate, se evitará que nazcan hasta 17.000 ejemplares de avispa asiática, eliminando así futuras reinas.

Un ejemplo de este impacto contra la plaga es el de la parroquia lalinense de Vilatuxe. El año pasado, sus vecinos consiguieron matar más de 3.800 reinas, y esto posibilitó que en la zona "no hubiese que retirar más de una quincena de nidos de velutina", explica el presidente del colectivo vecinal, Gerardo López.

La avispa asiática tiene un ciclo de vida de unos 60 días, de modo que todas las colmenas mueren cada año. La nueva generación que sale de la reina hibernada no usará nunca un nido anterior, pero sí que construye otro cerca dado que tiene garantizada en la zona agua y alimento. Por eso, "es recomendable colocar trampas en un radio de 200 metros del nido anterior, porque seguro que hay reinas hibernando cerca", explica López.

Si la semana que viene el tiempo da otro vuelco y regresan las heladas, aquellas reinas que salieron del letargo y que además comenzaron a construir sus nidos primarios, seguirán adelante con la tarea, a pesar de que el frío les suponga un reto. La adaptación de la avispa asiática al clima gallego es tal que ya aparecen nidos entre zarzales y a escasos metros del suelo. ¿Puede ser esto un sistema de defensa contra el abejero europeo? ¿O es que está más acostumbrada a la presencia de los humanos y ya no precisa construir en la copa de los árboles? Para Jesús Asorey, la plaga seguirá extendiéndose, porque "se calcula que se retira solo la cuarta parte de los nidos que hay en realidad". Aquí las matemáticas son claras: si la Xunta retiró el año pasado en total 25.000 nidos en Galicia, es que la cifra ronda los 100.000.

Asorey pide soluciones más allá del abejero europeo, el único depredador conocido, hasta ahora, de la velutina. "El abejero es un ave rapaz que hiberna en África y pasa aquí el verano. Está claro que si hay comida va a aumentar el número de ejemplares, pero sería mucho mejor que aves autóctonas pudieran alimentarse de esta plaga". Hablando de aves, alerta del peligro que supone usar venenos para inocular las colmenas, ya que si no se retiran esos nidos, los pájaros pueden alimentarse de ellos. Tampoco está a favor de los explosivos, porque si solo muere la reina, deja de producir la hormona que esteriliza a las obreras, y estas, si escapan pasarían a ser reinas. "Necesitamos una investigación seria", proclama.