Ya no es solo la denuncia sindical, especialmente de la Federación Internacional del Trabajo (ITF) la que pretende poner un poco (poco, poco) de orden en la contratación por armadores comunitarios de tripulantes africanos y asiáticos a los que no se abonan los salarios acordados. Han sido también altos cargos de Naciones Unidas (ONU) los que han puesto en la picota los sistemas de contratación y los graves abusos presuntamente cometidos por propietarios de arrastreros irlandeses contra los derechos fundamentales de los trabajadores migrantes. Entre otros, discriminación racial, trata de personas o contra los derechos humanos, hasta concluir en la existencia del reconocimiento de una forma moderna de esclavitud.

En su mayoría son trabajadores indocumentados (he ahí su mayor desgracia). De los muchos que vagan de uno a otro país en el seno de la Unión Europea dada la facilidad de desplazamiento entre los Estados miembros (garantizada por la propia UE).

Explotados por operadores sin escrúpulos (de esto sabemos mucho en España, aunque en los últimos años tales intervenciones se han rebajado gracias a la insistencia en las denuncias por parte de las organizaciones profesionales y sindicales) esos marineros indocumentados perciben salarios que ni siquiera se aproximan a los mínimos establecidos en cada buque arrastrero, incumplimiento de horarios de trabajo que siempre son máximos, violación sistemática de las normas de seguridad a bordo, abuso verbal y físico, discriminación racial... los derechos humanos no tienen prevalencia alguna en estos casos que la propia ITF quiere abortar de una vez por todas.

La ONU ha puesto, junto con ITF, su atención sobre Irlanda. Pero en Irlanda, al igual que en los demás países pescadores europeos también trabajan tripulantes nacionales que, a lo que se ve, callan y admiten la existencia de este tipo de tratos discriminatorios con compañeros que, ojalá no, un día pueden echarles una mano en caso de emergencia para salvarles la vida. Irlanda, al igual que la mayor parte de las naciones pesqueras de la UE precisan de mano de obra extranjera para poder mantener activas sus flotas de pesca. España, además de titulados superiores, busca también marineros de cubierta para sus diversos barcos y cada vez es más fuerte la demanda de mano de obra extranjera porque aquí, se dice, los españoles no queremos ser marineros-pescadores.

Lo que acontece en Irlanda, a denuncia de la ONU y con la atención puesta en la situación por parte de ITF, no es un ejemplo a seguir. Por si se pretendiese volver a una práctica de contratación aquí experimentada y de muy triste recuerdo que sería nuevamente penalizada, se intentara -que no creo se lleve a cabo- revivirla.