El 10 de marzo de 1989 era un día normal en la vida de y Pedro Cabezas, de 47 años y natural de A Coruña, y de Constantino Limia, de 52 años y de Xunqueira de Ambía (Ourense), que se encontraban realizando un turno de 24 horas en la sede del Banco de España de la capital gallega. Sin embargo, no era un día normal para un grupo de cinco terroristas, dos hombres y tres mujeres, pertenecientes a los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), que ese día asaltaron la entidad bancaria. Los dos agentes murieron tras recibir varios disparos a bocajarro a la entrada del edificio, contiguo a la catedral que actualmente alberga el Museo de las Peregrinaciones, en el caso histórico de Santiago.

Ayer se cumplieron treinta años del atentado en la plaza de Platerías. En homenaje a los dos agentes, la Guardia Civil organizó un acto en su memoria. Entre otras autoridades, asistieron el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y los conselleiros de Cultura y Educación, Román Rodríguez y Carmen Pomar, respectivamente.

La hija de Pedro Cabezas, Mayte, que intervino con un breve discurso, relató que los dos guardias civiles asesinados por los Grapo, además de ser integrantes de ese cuerpo castrense, tenían una familia que "en los últimos treinta años tuvo que recorrer un camino en la más absoluta soledad, porque las víctimas del terror en Galicia son las más olvidadas del Estado". Según destacó, por encima de los "actos y homenajes afectuosos" que -dijo- aplauden "hondamente y sinceramente", son necesarias "leyes de protección, reconocimiento y memoria de las víctimas del terrorismo", entre las que citó a título de ejemplo una aprobada el año pasado por la Comunidad de Madrid.

"Estaban en guerra contra el Estado, aunque quien sufriera las consecuencias fueran Pedro, Tino y sus familias. Es cierto que también pretendían robar el dinero del Banco de España, pero podrían haberse limitado a reducir a los guardias civiles", lamentó el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, Francisco Javier Jambrina Rodríguez, durante el acto en el que colocó un placa conmemorativa.

Desde el 10 de marzo de 1989 nada pudo consolar a las familias de los fallecidos, ni siquiera después de haber pasado ya treinta años, aunque los autores de este atentado acabaron todos en la cárcel. Tres de ellos fueron detenidos por la Policía de Madrid en 1990 y otros dos por la Guardia Civil en 1992 en Santander. Tras las palabras de la hija de Cabezas y de Jambrina, las cerca de un centenar de personas que asistieron al acto realizaron una ofrenda floral y un minuto de silencio por las víctimas. También pudieron disfrutar de un cuarteto de saxofones compuesto por músicos de la Guardia Civil que interpretaron varias obras en recuerdo de los dos agentes.